Dos 19 de septiembre
ecojamos ya los pedacitos de nuestra sonrisa rota esparcidos entre esa multitud asustada y solitaria que recorrió calles y avenidas ese martes, cuando todos caminábamos bajo triste cielo azul enmedio de un extraño y ruidoso silencio. Nuestra CDMX, mi capirucha, mi entrañable Ciudad de México era lastimada, otra vez, un 19 de septiembre.
Pero en el momento justo, preciso –como en 1985– surgió esa juventud valerosa, solidaria para brindar protección y esperanza. Cómo no querer a esas, a esos jóvenes provenientes del barrio, de universidades, de la fábrica, de la calle, quienes convirtieron sus manos en herramientas de acero sólo para escarbar entre cemento, varillas y tabiques buscando cualquier señal de vida. Las horas han sido lentas, dolorosas, y si hay que llorar, pues lloremos y sequemos nuestras lágrimas entonando canciones chidas; ellos, esos jóvenes, han alejado el desprecio, el vilipendio, la ofensa tan común entre nosotros en días normales. Coreemos esas canciones festivas para rebasar ese silencio aciago y para que nuestros húmedos ojos miren con claridad y nuestra voz dé paso a palabras cálidas dirigidas a quienes, entre escombros, piden silencio ante cualquier atisbo de vida. Este silencio requerido nos hizo recordar unas líneas de Pablo Neruda: Pero porque pido silencio/no crean que voy a morirme/me pasa todo lo contrario/ sucede que voy a vivirme.
Ahora sólo resta esperar que las tragedias no sea lo único que una a chavos de diferentes edades y clases sociales: que convivamos mexicanos de los 15 con los de 70 años; banda de Ecatepunk con cuates de exclusivas colonias, porque juntos, somos más chingones –ya se demostró– que los delincuentes, malandros, políticos y ricachones arrogantes que infectan la vida cotidiana. “You may say I’m a dreamer/But I’m not the only one”.
Otros 19 de septiembre y otros chavos chidos
No se puede mencionar esta fecha sin referirse a tres personajes del medio rocanrolero ligados con el 19 del noveno mes del año: Parménides García Saldaña, Rockdrigo González y Sergio García. Cada uno de ellos fue encontrado sin vida un 19. Parménides en el 82, Rockdrigo el 85 y Sergio en 2010. Ésta gruesísima trinidad es parte importante en el historial del rock mexicano: uno como escritor, de quien hay leer, por lo menos, Pasto verde; otro como músico, compositor de la canción Metro Balderas, y Sergio, cineasta creador del filme El cantar de los cantores, su trabajo póstumo. Otros chavos, de diferentes generaciones, dignos de mencionar, guardando todas las proporciones, son los asistentes de cada sábado al Tianguis del Chopo. Su fidelidad estuvo a prueba un buen rato debido a la suspensión del rock en vivo, de la falta de exposiciones roqueras y de la desatención de los vendedores que sustituyeron a los primigenios choperos. Pues, por ellos, el tianguis está reorganizándose; ya hubo un homenaje a Rockdrigo donde tocaron en vivo los Rockestres, Ruidolfo, Miguel Cazares, Rudo Gómez y Cruz Croix, y para hoy se instalará un centro de acopio de víveres y artículos para higiene personal de niños y adultos. Todos somos uno.