Poema a la Ciudad de México, escrito en 1985
ivamos el duelo por nuestra ciudad y las personas en ella fallecidas. Se ha repetido nuevamente, como si expresara un designio diabólico, otro sismo terrible en la misma fecha, 19 de septiembre, en que ocurrió el de 1985. En aquel entonces, escribí un poema (inédito) en el que traté de expresar mi enorme dolor. No me siento hoy capaz de expresar mejor mi nuevo y agudo dolor, por lo cual reproduzco casi sin cambios el poema escrito hace 32 años (sólo cambié un verso y añadí una dedicatoria). Ojalá ayude a algunos a vivir intensamente el duelo y, así, superarlo. Aunque el poema sólo se refiere a la Ciudad de México, quisiera que se entendiera dirigido a las heridas en varias ciudades de Morelos, Puebla, Edomex, y las de antes en Oaxaca y Chiapas. A todos y todas, un fuerte abrazo.
¡CÓMO ME DUELEN TUS HERIDAS AMADA CIUDAD MÍA!
A la ciudad de México en esta hora de dolor.
19 de septiembre de 1985
A los rescatistas espontáneos.
Su maravillosa solidaridad muestra que aún hay esperanzas para la humanidad.
19 de septiembre de 2017
I
¡Cómo me duelen tus heridas devastada ciudad mía!
Tus líneas rectas se quebraron,
se cayeron como naipes de cartón,
losas de varilla y concreto
cual macabro acordeón
comprimieron el espacio
de la vida y del amor
del trabajo y del estudio,
de la risa y del dolor
del sanar y dar a luz
del comer y del dormir.
Erais especiales, muy personales,
edificios caídos de mi ciudad.
Ahora todos sois iguales:
escombros, muerte, dolor.
¡Cómo me duele verte herida, amada ciudad mía!
II
Con orgullo desde hace mucho
te he observado crecer.
Cuando una torre, un eje vial,
una escuela, un hospital,
cuando algo nuevo en ti nacía
mi corazón rebosaba alegría.
Tus obras interrumpidas,
sin acabar suspendidas,
son en mi alma una inquietud.
III
Muchas veces en tu seno
ciudad mía, gocé, reí, lloré.
En tus barrios, en tus calles,
conocí de las mujeres el amor;
en tus casas, en tus nidos,
bebí la miel de la flor.
En tus aulas, en tus foros,
hablé y escuché,
aprendí y enseñé.
En tus hospitales
a mis hijos conocí.
En tus cementerios dije adiós
a mi madre, a mi padre,
a varios amigos de verdad.
IV
Pero nunca, hasta hoy, nefasto día,
por ti había llorado, ciudad mía.
Ciudad de los Palacios,
de los versos y las rosas,
del poeta y del amor,
te atacaron a mansalva,
no te supe defender,
sólo este poema
te puedo ofrecer.
¡Cómo me duelen tus heridas!
¡Cómo me hieren tus dolores enlutada ciudad mía!
Felicidades a los jornaleros por su 33 aniversario.
Un abrazo para todos los que hacen posible este diario indispensable.