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Con vallas metálicas y policías se reforzó la seguridad en la ALDF

Cuatro horas de consignas de apoyo y música enmarcaron el quinto Informe
 
Periódico La Jornada
Lunes 18 de septiembre de 2017, p. 36

El sol a plomo, decenas de mantas con frases de apoyo, música estridente y una multitud de simpatizantes –algunos presentes por convicción, otros por obligación– enmarcaron las cuatro horas que duró el quinto –y quizá último– Informe de actividades del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa.

Antes del arribo del titular del Ejecutivo local a la Asamblea Legislativa (ALDF), a las 11 de la mañana, las autoridades capitalinas habían dispuesto ya una larga valla metálica, que fue reforzada por elementos de la policía capitalina, se extendía sobre la calle Donceles –desde el Eje Central hasta República de Chile– y la de Allende –de Tacuba a República de Cuba– restringiendo el paso de vehículos y peatones.

Por ahí sólo podían pasar los servidores públicos de los tres poderes de gobierno invitados a esa ceremonia, los líderes de partidos, jefes delegacionales, legisladores y representantes de diversos sectores de la sociedad.

Detrás de las vallas, decenas, cientos de personas que no dejaron de vitorear lo mismo a los delegados políticos que a los diputados que les ayudaron a tener una mejor ubicación, como los numerosos grupos de las delegaciones Álvaro Obregón e Iztacalco, que quedaron exactamente afuera del recinto legislativo, en Donceles y Allende; más atrás los de la delegación Gustavo A. Madero y los de Coyoacán, después los de la Venustiano Carranza y Tlalpan.

Entre esa multitud pasó lo mismo el ex jefe de Gobierno Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y los miembros del gabinete, que la casi decena de gobernadores. No así el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong, quien con la representación presidencial llegó a bordo de su camioneta por la calle lateral e ingresó discretamente al recinto por la entrada principal.

El último en pasar por la valla fue el jefe de Gobierno. Diez minutos de saludos, aplausos, tumultos y muchas porras.

Antes de ingresar al recinto se detuvo, volteó y con su mano derecha en alto saludó a la multitud.

Era hora de rendir cuentas.