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Adultos y niños ganan algunos pesos con la venta de nenúfares

Laguna So’pe’, alternativa de subsistencia para juchitecos
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Los niños desconocen la historia de la laguna So’pe’, pero la consideran una bendición, porque con la venta de las flores blancas –como llaman al estagabeñe y a la mudubina– obtienen dinero para sobrevivir y poder estudiarFoto Diana Manzo
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 4 de septiembre de 2017, p. 35

Juchitán, Oax.

Antes de que se oculte el sol, Marcos, de 11 años de edad, se prepara con sus amigos para ir de pesca. No van por peces ni camarones, como cientos de pescadores de Juchitán, sino por los nenúfares mudubina y estagabeñe, que recolectan en las profundidades de la laguna Biahuido’. Con las ganancias de su venta han comprado sus útiles escolares y alimento para su familia.

Según el historiador Víctor Cata, la Biahuido’ o laguna So’pe’ es una de las zonas arqueológicas más importantes del Istmo. El arqueólogo Agustín Delgado, en su más reciente investigación, sostiene que ese sitio era punto de comunicación entre las culturas del centro de México y las de Centroamérica.

Los menores desconocen la historia de la laguna So’pe’, pero la consideran una bendición porque pueden recolectar las flores blancas y vender cada ramo de cinco piezas en 10 pesos, en el mercado municipal de Juchitán.

Marcos explica que con lo que obtienen por la venta mi abuela nos mantiene a él y a sus cinco hermanos.

Colectamos entre 100 y 150 flores entre todos. Mi abuela las vende y nos trae el dinero. Nos lo entrega en partes iguales y nos vamos contentos a la casa. Gracias a las lluvias nuestra laguna tiene agua y las flores han crecido. Además de que nos divertimos, ganamos dinero para comer, refiere.

A mediados del próximo mes se terminarán las flores y su aroma en las noches. Las abuelas dicen que eso es obra de Dios. No sabemos, pero nos gusta meternos al agua, dice Marcos.

Él y sus amigos, de entre nueve y 11 años de edad, viven en las colonias Mariano Montero y Las Flores. Ambos asentamientos irregulares se localizan en la novena sección, en el sur de Juchitán, una de las zonas más pobres y abandonadas, sin calles pavimentadas, energía eléctrica ni suministro regular de agua. Las escuelas sólo tienen una aula donde alumnos de todos los grados toman clases.

Aprendieron a recoger flores al ver a los adultos hacerlo y les ha funcionado.

El ritual anual del estagabeñe y la mudubina se inició hace un mes en la tarde, el finalizar las clases. Eduardo es el primero en salir de casa. Llama a sus amigos con un sibildo y todos se juntan en la esquina. Van a la aventura, algunos sin permiso, otros vestidos aún con uniforme escolar. Al llegar a la orilla de la laguna, dejan ropa y sandalias en hilera y se arrojan al agua.

Árboles frondosos los protegen del sol. Suben a ellos, saltan a la laguna, se sumergen, siguen a los mayores y capturan decenas de flores acuáticas.

No temen a la laguna, pisan las espinas, separan la basura que abunda en el agua, realizan inmersiones durante más de dos horas al día, sin salvavidas. Algunos saben nadar y otros reciben ayuda para no ahogarse.

¡He colectado hasta dos tambos!, cuenta Manuel, de nueve años, quien, desnudo, sólo asoma el rostro.

–¿Y tú abuela a que se dedica, Marcos? –él no sabe qué responder. Da vueltas con el puñado de flores. Regresa y dice:

–Mi abuela está enferma. Tiene diabetes y no tiene dinero. Corto flores para ayudarla. Mi abuela está en silla de ruedas. No tiene una pierna y es muy pobre. A veces no tenemos ni para tortillas y mucho menos para el gas. Cocinamos con leña.

El tiempo parece detenerse: las zambullidas, el corte de los nenúfares, las anécdotas, los chistes en zapoteco, los recuerdos de la clase anterior. La tarde cae y los rostros morenos de los niños se pierden por momentos en la oscuridad, entre las ramas verdes, hasta que finalmente salen, ríen, se visten y se preparan para la venta.

La laguna Biahuido’ se localiza en una zona cercana a la ciudad. Colinda con la carretera Panamericana y ha sido invadida por líderes de la Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Istmo de Tehuantepec (Cocei), que la están rellenando con escombro para crear asentamientos irregulares y colonias populares. La zona, considerada por biológos parte de la zona Laguna So’pe’, abarca propiedades comunes y de particulares.

Hace tres años, vecinos, campesinos y profesores jubilados de Juchitán, con apoyo de la Comisión Nacional de los Pueblos Indígenas, limpiaron y horadaron la laguna con el asesoramiento del biólogo Alfredo Saynes, para que en Biahuidó se formara otra laguna y nacieran más nenúfares, pero los vecinos volvieron a usarla de basurero y para construir.

Mario Pérez, uno de los integrantes del comité de rescate de la laguna Biahuidó’, comentó que la horadación fue superficial para no dañar los tubérculos de las plantas nativas –como los nenúfares– y sacaron escombros y basura.

El historiador zapoteco Víctor Cata reconoció que, además de su valor histórico, en la laguna existe gran diversidad de plantas, animales y aves. Sólo de estas últimas se tiene registro de 31 especies, la mitad migratorias.