Feria Internacional del Libro Judío
Miércoles 16 de agosto de 2017, p. 19
Una pregunta que permeó la mesa redonda Recordando a Friedrich Katz a 90 años de su nacimiento fue la pertinencia de hacerla en la Feria Internacional del Libro Judío.
El historiador Adolfo Gilly encontró razón para ‘‘reclamar en Katz su estirpe judía como parte de su vida y cultura. A tantos y tantas de la misma estirpe conocí en mis años de estudiante socialista en Buenos Aires, adonde iban a recalar en las juventudes socialistas o comunistas”.
En su ponencia Friedrich Katz en las ciudades, Gilly recordó que aquél era vienés. ‘‘Si en el universo del libro judío podemos ubicarlo, nos es preciso también saber que su escritura y su alma tenían raíces en la antigua y letrada ciudad austriaca, Viena, a la cual regresaba cada año”.
No obstante, añadió Gilly, Katz (1927-2010) tuvo que escaparse de Viena junto con su padre, Leo, ‘‘conspirador, comunista, escritor, contrabandista de armas para la República Española, periodista de combate y otros varios oficios”.
De allí a la errancia: París, Berlín, Estados Unidos, México, Chicago, hasta que ‘‘una vida después, la suya propia, quiso Friedrich Katz volver a Viena para siempre. Allá están ahora sus cenizas’’. Allí permanecerá ‘‘mientras Viena exista, y aún después si la memoria es fiel y se hace historia”.
Gilly expresó: ‘‘Su estirpe es larga en este oficio de historiar que se ocupa del tiempo y de la tierra, escudriña vidas y destinos, dibuja caracteres y exige ser leal a la verdad y no a las ideologías y los juegos de poder, el dinero y la política.
‘‘Traigo en la mochila imaginaria del recuerdo unos nombres de los pares de Katz entre los historiadores judíos de su tiempo, de naciones diversas y una misma estirpe”: Marc Bloch, Walter Benjamin, Ernst Bloch, León Trotsky, Arnaldo Momigliano, Carlos Levi, Primo Levi, Ernest Mandel e Isaac Deutscher.
‘‘Todos, aquellos a quienes conocí y aquellos a quienes tan sólo leí y estudié, traían consigo una nostalgia entre muchas, la de una ciudad, la suya. Así era también con Juan Gelman, poeta, escritor y viejo amigo, quien quiso que sus cenizas se esparcieran en tierra mexicana, pero escribía en la lengua de Buenos Aires. Volver a la Ciudad, mito y sueño. ‘Imposible regresar a Dublín’: lo escribió en México un andino en Quito, Bolívar Echeverría”, agregó Gilly.
Identidades colectivas de Katz
Javier Garciadiego, historiador y alumno de Katz, retomó la pregunta inicial y dijo: ‘‘No sé si hubiera estado a gusto en una feria de libro judío, porque nunca escribió sobre sus problemas, aunque era orgulloso de serlo. Era un judío crítico democrático, aunque serlo le costó parte de su familia, muchos exilios y viajes”.
Garciadiego habló de los cambios académicos de Katz, de cómo ‘‘abandonó un poco el marxismo de los primeros años”. También cómo pasó de la historia prehispánica al México moderno, primero el porfiriato y luego la Revolución.
La investigadora Judit Bokser Liwerant aludió a las identidades colectivas de Katz: la judía, la europea, la austriaca, la mexicana, la comunista, también a las ideológicas y ‘‘algo que es fascinante: la construcción de una comunidad de historiadores, igualmente trasnacional como el exilio del que formó parte”.
Para la docente, ‘‘su construcción tan fuerte de una comunidad de historiadores fue un poco la respuesta a sus propios problemas de identidad. La identidad judía sólo se construye y reconstruye en México. Al llegar aquí y ver la imposibilidad de militar en el Partido Comunista, la comunidad judía apareció como un espacio”.
No podía omitirse la investigación de Katz sobre Villa. Al abogado Fernando Serrano Migallón, quien lo cuestionó sobre su interés por el personaje, Katz le contestó: ‘‘Villa demuestra la voluntad y la energía de la protesta popular. No era un ideólogo ni una persona con estudios, sin embargo, encarnó toda una sublevación de la insatisfacción que había padecido el mexicano y lo manifiesta claramente en su acción en la Revolución mexicana”.