Washington.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó ayer investigar un presunto robo de propiedad intelectual estadunidense en China, lo cual, dijo, significa para Washington pérdidas millonarias, lo que cambia la postura de acercamiento que buscó con Pekín al comenzar su gobierno.

El día de hoy estoy autorizando al representante comercial (Robert Lighthizer) a examinar las políticas de China, prácticas y acciones con respecto a la transferencia forzada de tecnología estadunidense y el robo de propiedad intelectual estadunidense, declaró.

Trump calificó su orden de inicio de acciones que su gobierno emprenderá contra China en el frente comercial, así como el cumplimiento de una promesa de campaña con la cual se busca proteger la propiedad intelectual de empresas estadunidenses.

El robo de propiedad intelectual por naciones cuesta a nuestro país millones de empleos y cientos de miles de dólares cada año. Por mucho tiempo esta fuente fue saqueada mientras Washington no hacía nada, pero la Casa Blanca ya no lo ignorará más, subrayó el gobernante.

Precisó que su gobierno se opondrá a cualquier país que de manera ilegal obligue a compañías estadunidenses a transferir su valiosa tecnología como condición para el acceso a su mercado.

Bajo la actual política, las empresas extranjeras que buscan establecer operaciones en China deben hacerlo mediante el establecimiento de sociedades con empresas chinas y permitir acceso a su tecnología, lo que abre la puerta para el robo de propiedad intelectual.

Acompañado por funcionarios de su administración y miembros del Congreso, Trump dijo que su gobierno combatirá la piratería y la reproducción fraudulenta de tecnología que está destruyendo empresas y empleos en Estados Unidos.

Vamos a hacer valer las reglas de comercio justo y recíproco que constituyen la base del comercio justo y vamos proteger a los estadunidenses ignorados que han sido abandonados por sistemas comerciales globales que han fracasado en velar por sus intereses, indicó.

El anuncio de ayer significó un brusco viraje del acercamiento que el mandatario buscó con China, celebrando en abril pasado un encuentro bilateral con el presidente de China, Xi Jinping, en su retiro veraniego de Mar-a-Lago, Florida.

Durante la campaña presidencial Trump mantuvo un agresivo discurso contra China, acusándola de violar a Estados Unidos en el intercambio comercial bilateral, y prometió que de llegar a la Casa Blanca declararía a esa nación como una manipuladora de su moneda.

Con su acercamiento con Jinping, Trump buscó sumarse un poderoso aliado para forzar a Corea del Norte a detener su programa nuclear y balística, pero al final, para malestar del mandatario, China pareció mantener su relación con Pyongyang sin cambios.