Opinión
Ver día anteriorDomingo 6 de agosto de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
¿La Fiesta en Paz?

En Tecozautla, Hidalgo, afloró la grandeza de una fiesta que los malos taurinos se empeñan en suprimir

Foto
Una corrida con edad, trapío y bravura de la ganadería de Huichapan permitió que en Tecozautla surgiera, impetuosa, la magia negra de la lidia con Gerardo Adame y Luis ConradoFoto Carlos González
A

ún quedan ganaderías y toreros que no se andan por las ramas y que a la hora de la verdad tienen palabra de honor, sin importar la plaza donde se presenten. Por ejemplo, los toros de Huichapan, de don Adolfo Lugo Verduzco, y los matadores Gerardo Adame y Luis Conrado, que en la corrida del pasado sábado en la emprendedora población hidalguense de Tecozautla lograron remontar la tauromaquia a insospechados niveles de grandeza a partir de la bravura de bestias y de hombres en la corrida de la Feria de la Fruta.

Huichapan envió cinco bellos ejemplares con edad y trapío que promediaron 486 kilos, recargaron en varas y dieron emocionante espectáculo, no diversión, por su encaste –sangre de Saltillo vía Jesús Cabrera y San Martín– y esmerada crianza, saltando a la arena no sólo con alegría, sino con amenazante poder, rematando en los burladeros y poniendo a prueba el nivel anímico y técnico de los alternantes. Haber reducido la bravura comprometedora a mansedumbre voluntariosa para que los que figuran toreen bonito, es lo que ha convertido a la fiesta en mera aproximación al excelso arte de lidiar reses bravas.

Frente a Compadre, un precioso castaño albardado, el hidrocálido Gerardo Adame, otro de los buenos toreros mexicanos desaprovechados no obstante las reiteradas muestras de su calidad, ejecutó templadas verónicas en los medios e inició la faena con suaves doblones a un astado que acusó fijeza y claridad al embestir, no al pasar, lo que Gerardo aprovechó cabalmente en sentidas y cadenciosas tandas por ambos lados, estructurando muy bien su faena. Dejó una estocada en todo lo alto y recibió merecida oreja, mientras un público emocionado por aquella conjunción de castas exigía la segunda.

Cubano, con 525 kilos, hondo y largo, correspondió al capitalino Luis Conrado, todo un caso de vocación torera, a pesar de un sistema cerrado a las personalidades diferentes y a los diestros que se arriman. En cinco años de alternativa y tras haber triunfado en la Plaza México, en Arroyo y otras, el hombre ha toreado la friolera de ocho corridas, más algunos festivales. Tras provocar un tumbo, el toro llegó a la muleta reservón y con sentido, lo que no impidió a Luis torearlo con quietud por el derecho e insistir sin resultados por el izquierdo, hilvanar ayudados por alto mirando al tendido y, cuando parecía que la faena ya no remontaría, ligar cuatro espeluznantes, imposibles manoletinas ¡de rodillas!, rematadas con el de pecho ante un sorprendido toro y un hechizado público que pudo atestiguar la magia negra de la lidia o el encuentro sacrificial en serio. Tras una entera en lo alto la anhelada oreja llegó a sus manos en una mezcla de tensión y algarabía, pues ya casi nadie se juega la vida como si suya no fuera. ¡Qué intensidad torera de Conrado y que cerrazón de las empresas!

Lo dicho: una plaza es importante no por su antigüedad ni su aforo, sino por la seriedad del ganado que ahí se lidie. Si a ello se añade el apoyo decidido del ayuntamiento de Tecozautla, encabezado por Víctor Cruz Soto, y la entusiasta colaboración del secretario de Turismo, Luis Pedroza, de Abelardo Reséndiz y del matador en retiro Antonio Urrutia, sin duda la tradición taurina de esa ciudad volverá por sus fueros en el corto plazo. ¡Eso es hacer fiesta, no el ridículo!