s muy raro que a estas alturas una franquicia tan vieja como la de El planeta de los simios todavía rinda buenos resultados, y no me refiero a los económicos. Más raro aún que el director responsable de El planeta de los simios: la guerra sea Matt Reeves, a quien yo había tachado de papanatas, a juzgar por Cloverfield: monstruo (2008) y su prosaico remake de Déjame entrar (2010). El propio Reeves había sido el culpable de la anterior entrega de la saga simia, Confrontación (2014), que parecía confirmar su nulidad como cineasta. Valga la nueva película para demostrar que la crítica no debe albergar preconcepciones.
Sobre un inteligente guión de Reeves y Mark Bomback, toda una sorpresa, la saga retoma al líder César (el extraordinario Andy Serkis), después de su triunfo sobre el chimpancé rebelde Koba, y en trance de conducir a toda su tribu de primates a una tierra prometida, lejos de la guerra declarada por los humanos. Ésta se ha vuelto aún más encarnizada bajo las órdenes del coronel McCullough (Woody Harrelson), militar con un rencor particular hacia los simios. En un ataque individual, el coronel consigue matar a la familia de César, quien hace a un lado su misión mesiánica para poder ejercer su venganza.
Así, César se hace acompañar por sus tres más fieles allegados –entre ellos, el sabio orangután Maurice (Karin Konoval)– y cabalga en persecución de los militares. En el camino, encuentran a una niña muda (Amiah Miller) y deciden adoptarla (ella será bautizada Nova, de manera significativa). En otro punto, se topan con un tierno chimpancé parlante que se hace llamar Mal Simio (Steve Zahn), que ha sobrevivido a un zoológico destruido y funciona como un verdadero Tonto shakespeariano.
En esas instancias, la película adopta un tono parecido al de un western, con César como el protagonista obsesionado por vengar a su familia, mientras los otros tratan de disuadirlo. La confrontación con el coronel Kurtz –perdón, McCullough– se dará en el campamento de éste, donde el militar ha capturado a toda la tribu de simios en un campo de concentración, sometiéndolos a trabajos forzados para construir un inútil muro. (Toda semejanza con otra clase de changos es pura coincidencia.)
La referencia a Apocalipsis (Francis Ford Coppola, 1979) es total. McCullough es un fanático rebelde que ha retado incluso al propio ejército estadunidense, en su megalomanía. Bien caracterizado por Harrelson, con todo y cráneo rasurado, McCullough tiene sus razones para procurar la extinción de los simios y tiene que ver con una mutación del virus, susceptible de despojarle su voz al ser humano. (Detalle que viene bien para explicar la mudez de los hombres en la película original de 1968.)
Por supuesto, César retomará su papel de líder redentor para frustrar las intenciones de McCullough, para lo cual –como buena figura bíblica– tendrá que pasar por una especie de calvario, con latigazos y crucifixión incluidas.
Reeves no es ningún Coppola, ni mucho menos, a la hora del clímax violento, por lo que las acciones carecen de grandeza visual. Los efectos digitales –cuyo nivel de perfección es alucinante– hacen lo suyo, pero se necesitaba algo más de delirio para conferirle al final una verdadera dimensión apocalíptica. Con todo, el realizador consigue una memorable imagen: César se lanza desde una altura y se lleva en su paso a una bandera estadunidense envuelta en llamas. Las barras y las estrellas ya no significan nada.
Se supone que El planeta de los simios: la guerra cierra la trilogía de César. Sin embargo, su conclusión, con el arribo anhelado a la tierra prometida, parece prometer una continuación. Generalmente uno ya está harto de la secuelitis hollywoodense, pero en este caso estaría justificada.
El planeta de los simios: la guerra
(War for the Planet of the Apes)
D: Matt Reeves/ G: Mark Bomback, Matt Reeves, basado en personajes creados por Rick Jaffa, Amanda Silver/ F. en C: Michael Seresin/M: Michael Giacchino/ Ed: William Hoy, Stan Salfas/ Con: Andy Serkis, Woody Harrelson, Steve Zahn, Karin Konoval, Amiah Miller/ P: Chernin Entertainment, TSG Entertainment. EU, 2017.
Twitter: @walyder