Todo estaba en orden para el boxeador Andrés Jaguar Gutiérrez el viernes en Belfast. Subió a la báscula y cumplió con el peso reglamentario para enfrentar en la eliminatoria por el cinturón pluma del Consejo Mundial de Boxeo al irlandés Carl Frampton, quien no lo logró. Unos minutos de incertidumbre, pues el peleador local dijo que ya no le interesaba la eliminatoria y sólo quería pelear el sábado, tal como estaba acordado. El mexicano se retiró a su habitación, para recuperarse del estrago que provoca la deshidratación y la dieta.

El Jaguar quiso tomar una ducha. Entró a la regadera y al poner el pie sobre el piso húmedo resbaló. En la caída estrelló su cara contra las llaves del agua, lo que le provocó heridas alarmantes en la barbilla y la nariz que requerían sutura, además de dos dientes partidos.

Me espanté al ver la sangre y el golpazo; todos lo hicieron al verme con toda esa sangre, cuenta el Jaguar.

Llamó a su equipo, quien lo llevó a un hospital para atenderlo de urgencia. El cirujano unió la carne herida con pegamento y le autorizó pelear. Pero el médico de la comisión de Belfast dijo que los dientes lastimados impedían que tuviera el combate.

Sentí frustración, los meses de preparación se fueron a la basura por un accidente absurdo.

El propio Frampton fue a verlo y le dijo que pelear contra el Jaguar en esas condiciones sería injusto. Le dio un abrazo y le pidió que se recuperara. El equipo del irlandés estuvo de acuerdo e incluso lo acompañaron el sábado para que el mexicano se sometiera a la cirugía. Más tarde la comisión de Belfast le notificó que no podría pelear.

Estoy lastimado emocionalmente por eso, no sé qué va a pasar, porque Frampton dijo que ya no le interesaba la eliminatoria por el título, pero que sí quería pelear conmigo, dice el Jaguar.