Otro decálogo a probar
espirar: Con la respiración completa (al inhalar, ensanchar abdomen, pulmones y costillas flotantes; al exhalar, contraerlos), todos los días, todo el día, el resto de tu vida, hasta volverlo un acto reflejo.
2. Relativizar: No ver como absoluto lo que es relativo, incluida la vida mortal. Todo lo que empieza acaba. Nada es para siempre y nadie sale vivo de este mundo. Si ignoras cómo se transforma la energía, aprovéchala ¡hoy!
3. Desaprender: Revisar aquello que te fue impuesto en la infancia y adolescencia, pero que en tu vida ha tenido escasos, nulos o adversos resultados entre lo que sientes, crees, piensas y haces. Dejar de identificar costumbres con bienestar.
4. Matizar: Lo opuesto a dramatizar, a sobredimensionar mis circunstancias y las de los otros por difíciles que sean. Entre uno y cien no hay dos, hay 98. Sonreír seguido.
5. Aceptar: Admitir, reconocer aquello que es como es. Lo acepto, lo cambio o me alejo. Es la mitad de la solución de toda situación. Ojo: Aceptar no es aguantar.
6. Soltar: Desatar, dejar ir, respetar mi propia libertad y la de los otros, dar salida, desapegarme, aligerarme y comprobar los beneficios de soltar y de soltarme.
7. Escuchar: Con verdadera atención y sincero interés, no con la obsesión de responder y argumentar, sino para tener la experiencia de observar, comprender y comunicarme, en un diálogo provechoso para mí y quizá para el otro.
8. Morbosear: Cuando mi escucha se vuelve tortura casi insoportable, queda este útil recurso con el cual dar un sentido e incluso experimentar una atracción malsana
o morbosa ante las necias palabras de mi interlocutor.
9. Perdonar: Si tras haber puesto en práctica lo anterior no logras mayores resultados, hay la posibilidad de perdonarte y de perdonar, a la vida, a la muerte, a ti, a tu mente, a tus sentidos, a los demás y a Dios. El perdón entendido como permitir que fluyan tus mejores dones
para no dar más poder al supuesto ofensor, habida cuenta de que ofende el que puede, no el que quiere. Voltear la otra mejilla no para ser abofeteado de nuevo sino para desentenderte de las intenciones e impertinencias del otro. Amor, caridad, tolerancia y fidelidad empiezan por uno mismo.
10. Disfrutar: De vivir, de aprender, de amar, incluidos encuentros y pérdidas cotidianas, fluyendo con el azaroso vértigo de la existencia, que nunca ha sido justa ni lógica ni clara ni como de niño te dijeron que era.