A pesar de la noche
or el lado oscuro del camino. Video-arte, instalaciones, documentales, una ficción dislocada, el cineasta francés Philippe Grandrieux parece haberlo ensayado todo en su intento por hacer del cine una experiencia eminentemente sensorial y abstracta. Tres largometrajes (Sombrío, 1998; La vida nueva, 2002; Un lago, 2008) afianzan su reputación de narrador vanguardista en los festivales internacionales de cine; un documental, Es posible que la belleza haya reforzado nuestra resolución (2011), tiende algunos puentes entre su trabajo y la experimentación formal del cineasta japonés Masao Adachi (Yuheisha-terorisuto, 2007). La irrupción de lo misterioso y sobrenatural en la existencia de seres ordinarios se vuelve una constante en sus narraciones, al punto de que su cine ha sido a menudo comparado con el del estadunidense David Lynch. Sus detractores (posiblemente más numerosos que sus seguidores) señalan la confusión de sus tramas, lo arbitrario de sus búsquedas experimentales, y en el caso de su cinta más reciente, A pesar de la noche (Malgré la nuit, 2015), su gusto irredento por una estética de la abyección que se aventura por los territorios de la sexualidad femenina y el sadomasoquismo para aterrizar, de modo complaciente, en una suerte de porno-chic.
Antes de coincidir con descalificaciones tan tajantes, conviene detenerse un poco en la propuesta de su nueva cinta, una trama mucho más lineal de lo hasta ahora propuesto por el cineasta. A lo largo de toda la película, el joven Lenz (Kristian Marr) busca afanosamente a Madeleine, la mujer amada de la que ha perdido toda huella. En su búsqueda se topa con Hélène (Ariane Labed), una enfermera cuyo largo duelo por una pérdida afectiva la conduce a someterse a todo tipo de humillaciones sexuales y que vislumbra en Lenz la posibilidad de una redención tardía. Al mismo tiempo, el joven es asediado por Lena (Roxane Mesquida), cantante en antros parisinos de mala muerte que se obsesiona por él y lo atosiga con su afán posesivo. Hay un poco de todo en esta trama: atmósferas nocturnas decadentes, referencias a snuff-movies que explotan y combinan criminalidad y pulsiones sexuales, verdugos de ocasión que mediante el sadismo buscan reanimar sus ímpetus extenuados, y mujeres neuróticas que confusamente buscan en una sumisión abyecta la excitante pequeña muerte del orgasmo. Lenz atraviesa por todo este universo de pasiones sórdidas y ambientes enrarecidos para tal vez alcanzar, a pesar de la fatalidad y de la noche, un bálsamo reparador al final del viaje.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional a las 12 y 17:45 horas.
Twitter: @CarlosBonfil1