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Foro de la Cineteca

Casa Roshell

E

l lugar sin límites. Entre los mandamientos humorísticos que se expresan en los espectáculos de la Casa Roshell, centro cultural travesti de la ciudad de México, figura el siguiente: No robarás la ropa interior de tu esposa. Hay otros, igualmente desafiantes y jocosos, encaminados todos a desactivar, mediante el ejercicio de la sátira, la carga del prejuicio contra las heterodoxias sexuales de una sociedad machista. La directora chilena Camila José Donoso presentó en México, hace tres años, Naomi Campbel (2013), un estupendo trabajo realizado en colaboración con Nicolás Videla, sobre los esfuerzos de una joven, Paula Yermén Dinamarca, para costearse una operación de cambio de sexo en condiciones de penuria económica extrema. Aquella cinta exploraba de modo sugerente la manera en que la joven se resistía a la seducción de un hombre incapaz de entender la naturaleza verdadera de sus necesidades eróticas como transexual. En Casa Roshell lo que interesa, de nueva cuenta, no es la actividad cotidiana del lugar como espacio de variedades travestis o el monótono registro del ritual cosmético para transitar de una identidad masculina a otra femenina o los diálogos harto banales que intercambian las protagonistas en sus múltiples ratos de ocio, sino algo más inquietante aún (y que guarda relación estrecha con el trabajo anterior de la cineasta): la complejidad sicológica de los hombres heterosexuales que confusamente buscan en los travestis una ilusión de plenitud femenina.

El taller de personalidad de la Casa Roshell procura agrandar y afianzar en sus modelos travestis toda esa ilusión que requiere el macho: ellas deben ser felinas, panteras, cachondas y saber modular el paso: caminar como si estuvieran flotando, con el fin de atraer, sujetar y confundir el deseo masculino. Ellas deberán encarnar la trasgresión total, la revancha sobre las interdicciones de la moral en turno (Soy ese vicio de tu piel que ya no puedes desprender, soy el amor que negarás para salvar tu dignidad, según el bolero de Roberto Cantoral Soy lo prohibido, escuchado en el refugio Roshell). El documental de Camila José Donoso explora la doble moral del conquistador macho que en el cuarto oscuro de ese novedoso antro cultural practica a la vez el sexo y la amnesia en cada uno de los encuentros fortuitos con el travesti al que ignorará o agredirá en los espacios públicos. En Naomi Campbel la directora afinaba, con tiro muy certero, ese comentario social; en Casa Roshell sólo lo aborda de modo tangencial, demorándose de modo innecesario en las rutinas del lugar. El tema resulta, sin embargo, fascinante, y muy probablemente habrá de ser motivo recurrente en las promisorias exploraciones futuras de la directora chilena.

Se exhibe en la sala 3 de la Cineteca Nacional a las 12:30 y 17:30 horas.

Twitter: @CarlosBonfil1