Washington.

Anthony Scaramucci, nuevo director de comunicaciones del presidente estadunidense, Donald Trump, especificó que una de sus primeras tareas será frenar las filtraciones de información y advirtió que el personal será despedido si no se terminan.

Soy un hombre de negocios, por lo que tomaré medidas drásticas para frenar esas filtraciones, aseveró Scaramucci en el programa Fox News Sunday. El funcionario señaló en la emisión Face the Nation, del canal CBS, que quienes realizan las revelaciones son realmente antiestadunidenses, y que hará hoy una reunión con su equipo.

La contratación de Scaramucci, un financiero de Wall Street y recaudador de fondos para los republicanos, lleva un estilo combativo a la oficina de prensa de la Casa Blanca en momentos en que Trump critica las investigaciones sobre si en su campaña presidencial se coludió con Rusia.

El secretario de prensa de la Casa Blanca, Sean Spicer, quien se hizo muy popular en su corto y turbulento periodo en el cargo, renunció tras la designación de Scaramucci. Sarah Sanders, segunda en el área, fue promovida a secretaria de prensa.

Scaramucci lidió con filtraciones desde los primeros días de su nuevo cargo después de que el diario The Washington Post informó la semana pasada que Trump y su equipo jurídico analizaron los poderes presidenciales para indultar a asesores, familiares y hasta al mismo mandatario.

Trump escribió en Twitter el sábado que las filtraciones contra su gobierno eran un crimen y que él tenía completo poder para indultar. Fuentes cercanas revelaron que el magnate investiga si su facultad de indulto le permite perdonarse a sí mismo, a familiares y colaboradores.

Scaramucci, quien antes apoyó a los demócratas, pasó gran parte del fin de semana borrando tuits pasados en temas contrarios a la política del gobierno, como tomar medidas sobre el cambio climático. El funcionario escribió en la red social que opiniones pasadas evolucionaron y no deberían ser una distracción.

El embajador ruso en Estados Unidos, Serguei Kisliak, concluyó su periodo en Washington siendo una de las figuras en la controversia sobre la injerencia rusa en las presidenciales estadunidenses.