El artista recorrió en el Teatro de la Ciudad las diferentes etapas de su trayectoria
Doloroso, que temas como Se vende mi país cobren vigencia, expresó
La paloma azul abrió la velada de casi tres horas con la que el Caifán mayor deleitó a sus seguidores
la canción más preciosa que interpretamos siempre, afirmóFoto cortesía de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México
Lunes 24 de julio de 2017, p. a12
Luego de casi tres horas de concierto, el cantautor Óscar Chávez puso a bailar al público con Macondo al final de la presentación que ofreció la noche del sábado en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, donde su popular canto contestatario y las melodías dedicadas al amor fueron los protagonistas.
La presentación, que comenzó con un toque íntimo, romántico y de nostalgia, recorrió diversas épocas de la trayectoria de Chávez, quien lo mismo cantó al amor y al desamor, que a las injusticias, a la Ciudad de México, al petróleo o al Palacio de Bellas Artes. Recordó que muchas de esas piezas como Se vende mi país cobran vigencia
, pese al transcurrir de los años. Esto es verdaderamente triste y doloroso
, afirmó.
Estuvo acompañado por Jorge García (dirección musical y guitarra, en la primera parte del espectáculo), Jesús Mendoza (bajo), Rodrigo Duarte (violonchelo), Héctor Morales (guitarra, requinto jarocho, voz y director musical de la segunda parte), Julio Aguilar (percusiones, acordeón y voz), José María Aguilar (bajo y voz) y Héctor Blanquet (guitarra y voz).
El llamado Caifán mayor deleitó a sus seguidores con boleros, trovas, sevillanas, varios poemas y huapangos.
Abrió el concierto con La paloma azul.
Continuó con la melodía peruana yaraví Amargura, a la que siguieron A la luna, A pleno llanto, No me condenes, Caramba, Cada palabra y Lamento obstinado de la ciudad, de su autoría, en la que canta a la gran urbe y alguna vez la región más transparente.
Tras interpretar Guitarra, Juego y Ayer tarde yo cantaba (de García Lorca), Óscar Chávez cerró la primera parte de la velada con su peculiar versión de Gracias a la vida, en homenaje a la compositora Violeta Parra, a cien años de su nacimiento. Los aplausos retumbaron en el recinto de Donceles.
El cantautor, ataviado de negro, estuvo sentado frente al atril durante todo el concierto.
Huapango nuevo
La segunda parte del concierto se inició con la interpretación de Huapango nuevo.
Hay una canción preciosa que interpretamos siempre, pero van a tener que ayudarnos con las palmas, si no, no la cantamos. La van a reconocer, no sé si todos
, bromeó Chávez comenzó con Mariana, con la cual se inició la fiesta en el emblemático teatro.
Con Alta traición, de José Emilio Pacheco, el público continúo entusiasmado y luego de la sevillana del siglo XVI El adiós, Petróleo, Alabado a Bellas Artes, Habanera, La casota, Seis años y Prisionero de tus brazos, Óscar Chávez se comenzó a despedir de su público y con Perdón hizo vibrar a sus seguidores. Te queremos por muchos años más
y eres grande Óscar
, gritaron al compositor y actor mexicano.
Con Por ti, el músico agradeció la presencia de sus seguidores, que no lo dejaban retirarse del escenario. Pudo hacerlo luego de interpretar Hasta siempre (Che Guevara), con la cual iniciaron de nuevo los aplausos y los coros de letra de esa emblemática canción: “Aquí se queda la clara, la entrañable transparencia, de tu querida presencia comandante Che Guevara. Seguiremos adelante, como junto a ti seguimos, Y con Fidel te decimos: Hasta siempre comandante”.
Para finalizar Óscar Chávez, puso a bailar al público con la rítmica Macondo –con las mariposas amarillas de Gabriel García Márquez y los Cien años de Macondo sueñan en el aire– con la cual se despidió e invitó a la segunda presentación, que tuvo lugar la noche del domingo, en el mismo recinto del Centro Histórico.