En el hospital Victorio de la Fuente se practican 2 mil 700 operaciones de ese tipo al año
Las más frecuentes, de cadera, hombro, tobillo y codo; la mayoría, en ancianos, pero también hay jóvenes
Martes 18 de julio de 2017, p. 29
Mario Velázquez cayó al suelo, así nada más, sin tropezarse y sin que nadie lo hubiera empujado. Luego de pasar más de 20 años de cargador y tablajero en la industria de los embutidos, su rodilla izquierda dijo basta
y desde entonces se negó a responder.
‘Llegó el momento en que no podía pararme, de plano. Ya nomás estaba ahí, como niño, recargándome de un solo lado
, cuenta el hombre de 60 años, quien desde finales de 2016 no ha podido abrir el negocio familiar de carnitas que había sido su medio de subsistencia, tras jubilarse.
Cuando el dolor y la incapacidad para moverse fueron insoportables, finalmente acudió al Hospital de Ortopedia Victorio de la Fuente Narváez, del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde le colocaron una prótesis que requirió tres cirugías más de limpieza y ajuste.
La más reciente fue hace apenas unos días, y con ella y una rehabilitación adecuada podrá volver a caminar en unos meses.
Al igual que Mario, miles de personas son atendidas en operaciones de remplazo articular, mediante las cuales se colocan prótesis de metal para sustituir a los huesos que ya han sufrido un desgaste excesivo e impiden el uso normal de la extremidad.
En entrevista con La Jornada, el doctor Adrián Rivera Villa, jefe de servicio de estas intervenciones, explicó que los males articulares crónico-degenerativos son muy comunes en México, sobre todo en pacientes de la tercera edad que ya tienen desgaste físico considerable.
Sin embargo, en el surgimiento también inciden factores como algún mal prexistente –entre ellos la artritis reumatoide–, por lo que también hay pacientes más jóvenes. La cirugía se vuelve necesaria cuando los afectados ya tienen daño articular en nivel 4, que es el más alto.
En el hospital Victorio de la Fuente se practican alrededor de 2 mil 700 de este tipo al año –un promedio de 12 a 15 al día–, lo que lo convierte en el nosocomio más importante de México y América Latina en realizar estos procedimientos.
La mayoría son de rodilla, aunque también hay intervenciones de cadera, hombro, tobillo y codo, en las que se utilizan prótesis hechas con una aleación de cromo y cobalto.
Además de colocar esos implementos a pacientes que los necesitan por primera vez, para evitar que sus huesos sigan chocando entre sí, los 12 especialistas de la unidad de ortopedia y traumatología también revisan y ajustan los que ya se habían colocado antes y que por diversas complicaciones se infectaron, se gastaron o incluso se fracturaron.
Una prótesis infectada, dice Adrián Rivera, es el escenario que ningún especialista quisiera enfrentar, pues en la parte dañada se forma una biopelícula hecha de mucosa y células que enmascaran
la bacteria. De esta manera, no permiten que sea detectada ni que reciba los antibióticos que la erradican.
En esos casos, no hay más remedio que extraer la prótesis afectada, limpiar muy bien el hueso y volver a colocar el implemento metálico, revisando antes si el cuerpo del paciente puede soportarlo y sus componentes son los adecuados, o se debe utilizar otra con materiales híbridos
para más durabilidad.
Antes de enviar a un paciente al quirófano deben practicarle estudios para asegurarse de que no tenga ningún tipo de infección y sus otros órganos se encuentren bien. Más tarde, un equipo de especialistas en remplazo articular valora la posición y el tamaño de cada prótesis, con base en radiografías digitalizadas.
Problema de salud pública
“Estas operaciones tienen ciertos criterios y técnica quirúrgica muy especializada, con mucho fílin, muy fina”, señala el doctor Rivera. Advierte que por su gran incidencia, las enfermedades articulares degenerativas ya representan un problema de salud pública, junto con padecimientos como diabetes e hipertensión.
Además de la edad avanzada, hay elementos de estilo de vida y hábitos personales que provocan un aumento en la incidencia de estos males, o en su agravamiento, como la práctica indebida de ejercicio físico, o el sobrepeso y la obesidad derivados de una mala alimentación.
Otro es la costumbre de no hacer caso al dolor y habituarse a vivir con él durante muchos años, en lugar de ir al médico de inmediato. Por esa causa, el paciente va al hospital sólo cuando no puede moverse y ya se produjo un daño considerable.
En dichas circunstancias, no sólo es inevitable hacer una cirugía mayor, sino que además en algunos casos el nivel de desgaste articular hace imposible la recuperación de la movilidad del brazo o la pierna. Se quitan los ligamentos, para erradicar el dolor, pero la extremidad queda rígida.