El Instituto Smithsoniano determina la reglas para evaluar el acervo del recinto
Posee unas 85 piezas arqueológicas de calidad; muchos objetos donados son paja
, dice vocero
Miércoles 12 de julio de 2017, p. 4
Con la finalidad de dar proyección internacional al Mexican Museum (Museo Mexicano) de San Francisco, California, con una inversión de 20 millones de dólares, desde el año pasado se construye una nueva sede en el Distrito de Artes de Yerba Buena de esa ciudad, adonde se mudará en 2019.
Como parte del proyecto de fortalecimiento como institución cultural, en 2012 el Museo Mexicano se convirtió en una filial del renombrado Instituto Smithsoniano, el cual evalúa con rigor la colección permanente integrada por más de 17 mil objetos.
Hasta el momento se han identificado al menos 85 piezas arqueológicas de la más alta calidad, más de lo que se suponía en una primera aproximación
, dice a La Jornada Roberto Morris, vocero en México del recinto.
Realizan inventario
Fundado en 1975 por el conocido artista de San Francisco Peter Rodríguez (fallecido en julio pasado a la edad de 90 años), el Museo Mexicano se ubica en el corazón del Distrito de la Misión, en Fort Mason Center. Su objetivo primordial es presentar la expresión estética de la cultura mexico-estadunidense y mexicana
.
En un primer momento recibió, sin restricción alguna, donaciones de arte popular mexicano, entre otras colecciones, de la comunidad latina, pero muchas de esas piezas son paja
, explica Morris, las cuales, no obstante, servirán a futuro como apoyo de actividades didácticas y de difusión.
El arqueólogo Eduardo Pérez de Heredia es el encargado de hacer una primera evaluación de las mil 620 fichas de la colección catalogada como arqueológica.
“Es importante hacer notar que debido al proceso de control, el registro incluye la etiquetación individual de diversas partes de una sola pieza. Por ejemplo, la serie de objetos que forman un collar poseen varias fichas aunque sean parte de un mismo elemento, por ello se está trabajando también en un verdadero inventario, con base en el Manual de manejo y control de colecciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia”, añade Morris.
Del número total de objetos donados y evaluados hasta el momento, continúa, “casi dos terceras partes son originales, o piezas con calidad de museo, que han sido valuadas en unos 3 millones de dólares.
Se sigue revisando si hay falsificaciones que se quisieron pasar por buenas, o si son parte de la donación de alguna persona que pensó que eran auténticas. Ninguna de las piezas sin calidad de museo fueron compras hechas por el recinto, sino donaciones; es importante aclarar eso, no son ilegales ni provienen del tráfico de objetos prehispánicos.
Las obras no sólo muestran el arte prehispánico, también hay piezas del Virreinato, así como de arte moderno, contemporáneo y la cultura chicana.
De acuerdo con el informe del arqueólogo Pérez de Heredia, hay piezas únicas y sorpresivas
en su especialidad, como son varias figuras del occidente mexicano, incluido un vestigio olmeca de más de 2 mil 500 años, y un vaso maya dedicado a los cuatro dioses del viento, proveniente de Honduras.
Para un museo que no está dedicado a la arqueología, es algo relevante que presente esos objetos. Un grupo de expertos participa en la curaduría del nuevo museo que ocupará casi 6 mil metros cuadrados, en un inmueble diseñado por Enrique Norten, con fachada realizada por Jan Hendrix.
El recinto ahora se suma a las más de 200 organizaciones en Estados Unidos, además de instancias en Puerto Rico y Panamá, asociados al Smithsoniano.
“La conceptualización del nuevo Mexican Museum no estará limitada por los cuatro muros del recinto que lo albergará, es un espacio que por definición buscará la apertura, el diálogo y la educación como forma del conocimiento y del respeto.
Para ello, una parte de sus acervos viajará a escuelas y centros sociales a través de colecciones móviles, capaces de romper el paradigma de la visita al museo como un desplazamiento hacia el interior, promoviendo, en cambio, una cultura de la accesibilidad y la movilidad como forma cultural mexicana y universal
, concluye Morris.