ace una semana participé en la presentación del libro El desastre del Prian (Grijalbo), de Martí Batres, quien es además de dirigente político, escritor consistente y oportuno. No es el primer libro de su autoría, ya son varios y, por lo visto, es una práctica común entre los militantes de Morena. En este mismo año, el delegado de la Cuauhtémoc, Ricardo Monreal, publicó con éxito Una visión metropolitana; Proyecto 2.5 (edición del autor) y también el dirigente nacional Andrés Manuel López Obrador presentó uno más de los que él ha escrito, con el profético título 2018: la salida (Planeta).
Son políticos que escriben; no es cualquier cosa; no sólo hacen discursos o declaraciones a la prensa, presentan sus ideas, se exponen a las críticas y participan en el necesario debate. En un país en el que el primer mandatario no ha escrito nada que se sepa, excepto su tesis y ni siquiera le entusiasma la lectura, el que varios políticos del mismo partido y en un plazo tan corto se tomen el trabajo de poner sus opiniones en blanco y negro, que salten a la palestra intelectual, es algo diferente y socialmente valioso.
Al presentar El desastre del Prian invité a los numerosos asistentes a comprarlo y leerlo; el libro es un sintético, pero lúcido recorrido por los últimos seis o siete lustros de la historia dolorosa de México, en él se evidencia el contraste del crecimiento del país, que fue en promedio de 6 por ciento anual entre 1934 y 1982 y el de esta época de menos de 2 por ciento.
El autor llama la atención sobre la etapa que va desde el gobierno de Cárdenas y acaba en el de López Portillo; era la época de la tercera vía, de la economía mixta; los políticos, buenos y malos, probos y deshonestos aceptaban los valores sociales de la Revolución Mexicana; en los años posteriores, a partir del gobierno de Miguel de la Madrid, el sistema
se pasó a las filas del libre mercado y del neoliberalismo.
El libro es un repaso puntual de las reformas impulsadas e impuestas en esta segunda etapa que nos han llevado de tumbo en tumbo al desastre en el que nos hundimos. Padecemos desigualdad extrema, vivimos un entorno de violencia más envalentonada y cruel, hay desempleo, pobreza, decrecimiento económico y, lo peor, pérdida de soberanía.
Las reformas impulsadas por los gobiernos neoliberales son analizadas puntualmente por Martí. Nos da fechas y detalles sintéticos y didácticos de la reforma educativa, la del campo, de la fiscal y la laboral. Analiza el desmantelamiento del patrimonio nacional; ferrocarriles, electricidad, telecomunicaciones, líneas aéreas y, lo más grave, la entrega de nuestro petróleo. Destaca las consecuencias negativas que sufre el pueblo a partir de la implementación sucesiva, planeada y rigurosamente ejecutada mediante estas acciones de gobierno.
Quien quiera conocer a fondo esta pendiente por la que rodamos, cifras instrumentos jurídicos empleados y consecuencias, pueden acudir a este libro. Otro presentador, el doctor Héctor Díaz-Polanco, opinó que cada uno de los militantes del partido, debiera contar para su formación política con un ejemplar. Es importante destacar que no se trata sólo de una enumeración de desaciertos y traiciones, al final, hay una propuesta para revertir el camino equivocado y dar a la gente una esperanza difícil de alcanzar, pero posible.
No se trata de desalentar a nadie, sí de evidenciar los errores, la falta de visión y la actitud poco patriótica de quienes nos han gobernado durante el neoliberalismo y se trata también de alentarnos y convocarnos a las acciones que el cambio requerirá.
De los dos socios del binomio Prian Batres hace un análisis y un juicio, en su conjunto certero; sin embargo, en mi opinión, tiene un concepto equilibrado, pero incompleto del partido en el que milité por algún tiempo, que es el PAN. Reconoce Martí que por años, desde su fundación hasta un poco antes de llegar al poder con Fox, fue un partido democrático; no alcanzaba cargos, pero formaba ciudadanía y jugaba limpio, no hacia acuerdos con el sistema y confiaba en las elecciones. Al llegar al poder no supo mantener su postura y cayó en la corrupción y muy frecuentemente los alumnos panistas, superaron a sus maestros priístas.
En este punto agrego un matiz: el PAN no ha sido solamente, como dice el autor, un partido conservador. Entre el liberalismo inicial y el neoliberalismo de hoy, antes de los empresarios asustados por la expropiación de la banca, hubo una época, unos 20 años, en la que el PAN sostuvo una doctrina social de avanzada, una distribución mejor de la riqueza y un reconocimiento a la rectoría del Estado en la economía; promovía el cooperativismo y el solidarismo. Habrá ocasión de abundar en este punto.
Finalmente, me congratulo por La Jornada, a cuya comunidad pertenezco, por haber salido de la crisis de la huelga; en adelante necesitaremos un claro sentido de la justicia, solidaridad y una buena dosis de autocrítica.