a tradición gastronómica en China es amplia y variada, como corresponde a un país de enormes dimensiones –casi cinco veces el territorio de la República Mexicana– y las particularidades culturales entre las 22 provincias que lo conforman.

La oferta gastronómica en las calles de las grandes ciudades salta a la vista de forma inmediata. Autos, bicicletas, triciclos o motocicletas son transformados en restaurantes itinerantes que permiten a sus dueños atender a los comensales de manera rápida, eficiente y apetecible.

Un popular destino turístico en Pekín es el mercado Wangfujing, que cuenta con cientos de puestos de comida callejera instalados a la caída del sol para dar comienzo a una especie de verbena con miles de visitantes que, en su mayoría, son curiosos turistas a la búsqueda de platillos exóticos.

Brochetas de escorpiones vivos, caballitos y estrellas de mar, orugas de diferentes tamaños, arañas, platillos elaborados con batracios de tamaño gigante o caracoles en vainas de bambú, por mencionar algunos.

El visitante se ve rodeado de una inmensa variedad gastronómica, donde el reto no es sólo atreverse a probar lo inusual, sino encontrar espacio para no saciar el apetito al principio del paseo por el mercado.

No hay orden en la variada oferta gastronómica, de ahí que un puesto de escorpiones comparte espacio con uno de algodones de azúcar, patos rostizados, una inmensa variedad de sopas, frutas y verduras de la región o un refrescante jugo de granada natural.

Alia Lira Hartmann, corresponsal