Opinión
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¿Y dónde está la Secretaría de Cultura?
D

esde que Trump hizo pública su intención de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la Secretaría de Economía ha venido consultando a las cámaras empresariales, como Canacintra, Coparmex, Concanaco, etc. Sobre el cine platicaron con la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine), ya que en su seno agrupa a empresarios de servicios, distribuidores, así como exhibidores, y en menor medida, a algunos productores mexicanos, que a su decir casi siempre son mayoriteados en contra, prevaleciendo los intereses de las grandes empresas trasnacionales, aunque se denominen Fox Films de México o Warner Bross México, entre otros.

Hasta el momento la dualidad en que se desenvuelven las industrias culturales ha sido ignorada tanto por la Economía como por la Secretaría de Cultura y no han consultado debida y oportunamente a los creadores nacionales ni a sus organizaciones para establecer una agenda conjunta en defensa de las expresiones artísticas del país. Resulta ridículo, por no decir dramático, que las autoridades nacionales ignoren la naturaleza dual de las industrias culturales; valga como ejemplo la cinematográfica. Claro que se necesita contar con una cadena de producción, distribución y exhibición que haga posible que una idea se convierta en película y la disfrute el público. Pero para que esto suceda es necesario la existencia previa de un creador. ¡Sin autor no hay obra posible! Y así como no debe llamarse Liga Mexicana de Futbol donde se alinean hasta ocho extranjeros por equipo, tampoco puede denominarse industria cinematográfica mexicana una instancia si lo que se produce no puede exhibirse y lo que se exhibe mayoritariamente es estadunidense, como puede documentarse en la cartelera de este diario o en las entregas anteriores.

En el pasado foro Sector cultural: propuestas para un nuevo tratado comercial con Estados Unidos, organizado por el Grupo de Reflexión de Estudios Culturales, diversos especialistas y altos funcionarios del gobierno manifestaron que la Secretaría de Cultura, encabezada por María Cristina García Cepeda, consideraba que el TLCAN no era su campo y por ello no ha realizado propuesta alguna en defensa de nuestro arte a los negociadores del país.

Con esto la dependencia incumple con las obligaciones, establecidas en las diversas leyes y ordenamientos nacionales e internacionales que la rigen. La secretaría parece no entender que los productos culturales, como los libros, las películas, los discos, las obras de teatro, los periódicos y un largo etcétera, resultan valiosos por sus contenidos, ya que inciden en la forma de ver, sentir y pensar el mundo en todo aquel ciudadano que entra en contacto con esos productos. A esto agréguese la riqueza que genera al momento de producirse. Esta actividad aporta entre 3 y 9 por ciento del producto interno bruto de la economía nacional, según sea la fuente que se tome.

El Inegi, con sus ancestrales métodos, reportó el primer número y métodos más modernos realizados y el CIDE aportó la segunda. La Unesco tiene un promedio mundial de 5 por ciento.

Lo anterior sería suficiente para defenderlas a ultranza, pero hay que recordarles a los funcionarios en turno que en 2005, cuando se firmó el tratado sobre la diversidad cultural, Economía estuvo atenta para que no se violaran ni interfirieran los compromisos firmados en los tratados comerciales, dejando muy clara la dualidad de este tipo de industrias. A su vez, en las negociaciones de los Acuerdos Generales de Servicios de la Organización Mundial de Comercio, en Suiza, asistían representantes del extinto Conaculta y de las sociedades de autor para observar que no se violaran los derechos de autor ni de propiedad intelectual. ¿Así o mas claro?

En el pasado foro El Cine y el derecho a la cultura, organizado por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas se advirtió que México está desperdiciando su futuro audiovisual, ya que se volvió consumidor de lo gringo, y con este material se ha venido educando a los hijos del TLCAN en los pasados 20 años. Por esto es urgente y necesario que se aproveche la próxima renegociación de ese tratado para recuperar nuestra soberanía ideológica y nuestra independencia política, misma que comprometió el equipo salinista en 1994 al realizar las negociaciones a espaldas de los mexicanos y de forma autoritaria.

No repitamos los errores antidemocráticos de los tiempos que creíamos superados. Con el propósito de sumar fuerzas en defensa de México, el próximo lunes 11 de julio en el Palacio de Bellas Artes, la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas convocará a todas las instituciones nacionales para que asuman sus responsabilidades y de manera conjunta con todos los artistas involucrados se cree una agenda en defensa del cine mexicano, ya que nuestras necesidades no son las mismas de los empresarios ya consultados.