Nueva York.

Los ataques contra los medios y otros proclamados enemigos por el presidente Donald Trump están contribuyendo a nutrir un ambiente de creciente violencia política y social en Estados Unidos, marcada por crímenes de odio, uso de violencia oficial y enfrentamientos políticos.

Tras una semana durante la que el presidente atacó repetidamente y personalmente a dos conductores de un programa de noticias de MSNBC y retuiteó un video de él pretendiendo golpear a un avatar de CNN en el cuadrilátero de lucha libre, crece la preocupación entre una gama amplia y diversa de la opinión política y pública sobre las consecuencias para esta democracia que este martes celebrará su Día de Independencia.

El tono y civilidad del debate político ha empeorado desde que Trump asumió la presidencia, según siete de cada 10 estadunidenses, registró una encuesta de NPR/PBS NewsHour/Marist difundida ayer; tres cuartas partes de este pueblo cree que ese tono político está insitando violencia entre algunas personas, según una encuesta reciente de CBS News.

Agrupaciones que monitorean los llamados delitos de odio –o sea, motivados por discriminación y prejuicio– reportan un incremento en incidentes por todo el país, sobre todo contra latinos y musulmanes, tendencia que se aceleró durante la campaña presidencial. Según el Southern Poverty Law Center, se incrementó a 917 el número de grupos de odio en 2016, porque la derecha radical fue motivada por la candidatura de Trump se registraron más de mil 50 incidentes en las semanas después de que Trump asumió la presidencia.

Y eso que la mayoría de los aproximadamente 250 mil crímenes de odio anuales no son reportados a la policía, según un nuevo informe oficial emitido por la Oficina de Estadísticas de Justicia. Ese informe también registra que los latinos fue el sector más victimizado, seguido por los afroestadunidenses.

Más aún, algunas agrupaciones neonazis y supremacistas se han atrevido a ser más visibles que nunca, y muchos han festejado la llegada de Trump y sus aliados a la Casa Blanca. Agrupaciones neonazis, entre otras, son más públicamente visibles. En la muy liberal ciudad de Portland, Oregon, el Partido Republicano local acaba de aprobar invitar a milicias armadas para ofrecer seguridad en sus actos públicos. Esa, entre otras ciudades, han sido marcadas por enfrentamientos violentos de estos grupos con organizaciones que se definen antifascistas.

A la vez, existe un esfuerzo re­doblado de organizaciones po­derosas, como la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), para ampliar su influencia, ya que goza de la aprobación oficial. Un nuevo video de reclutamiento de miembros inicia así: Usan sus medios para asesinar las noticias reales. Usan sus escuelas para enseñar a los niños a que su presidente es otro Hitler. Usan sus estrellas de cine y cantantes y de comedias y programas de premios para repetir sus narrativa una y otra vez, declara la narradora Dana Loesch, quien es periodista del sitio ultraderechista The Blaze en el video difundido por redes ­sociales.

Con imágenes de protestas y enfrentamientos, la narradora acusa que el ex presidente de ellos apoya la resistencia, aquellos que “rompen ventanas, queman autos, bloquean carreteras y aeropuertos… aterrorizando a los que cumplen con la ley”, en franca referencia a las protestas contra las medidas antimigrantes de Trump, así como a los actos de defensa de derechos civiles. Concluye: La única manera de poner fin a esto, la única manera de que salvemos nuestro país, y nuestra libertad, es luchar contra esta violencia de mentiras con el puño cerrado de la verdad. Soy la Asociación Nacional del Rifle de América y soy el lugar más seguro para la libertad (https://www.facebook.com/NRA/ videos/1605896562755373/).

El video ha sido condenado por críticos, ya que nutre el extremismo y justifica la violencia armada. Una ex analista de inteligencia de la CIA, Cynthia Storer, quien diseñó los modelos que emplea la agencia para rastrear la radicalización extremista en el exterior, comentó a Newsweek que la NRA está nutriendo una narrativa de nosotros contra ellos del tipo que fomentan todos los movimientos extremistas.

En este país, hay suficientes armas de fuego en manos privadas como para que cada adulto tenga una (más de 300 millones). Según el Brady Campaign to Prevent Gun Violence, cada día en promedio 93 personas mueren por violencia de armas de fuego y 222 son heridos. Cada año, en promedio, mueren casi 34 mil (casi 115 mil son víctimas de bala).

Por cierto, el nivel de violencia oficial dentro de este país se mantiene, con las tendencias este año indicando que será el tercer año consecutivo en que se registran mil muertes por balas de la policía. En los primeros seis meses del año en curso, la policía disparó contra y mató a 492 personas, reportó el Wa­shington Post. Según el análisis del periódico, aunque la mayoría de personas muertas por balas oficiales eran hombres blancos armados, la policía sigue matando un número desproporcionado de hombres afroestadunidenses, quienes representan un cuarto de las víctimas mortales aunque sólo son 6 por ciento de la población total nacional.

Ante esta mezcla combustible, tanto organizaciones de defensa de derechos civiles, de derechos humanos y de protección de periodistas están repitiendo sus advertencias de que la retórica empleada por el presidente está nutriendo aún más volatilidad y tensión en un país ya de suyo violento.

Esta semana, se espera que el presidente ofrecerá algo parecido –volatilidad y tensión y conflicto– en su papel de estadista en la reunión del G20 en Hamburgo. Ahí podría realizarse también la primera reunión entre Trump y su contraparte rusa, Vladimir Putin.

Por otro lado, Trump abordó el tema cada vez más peligroso de Corea del Norte en conversaciones con contrapartes en China y Japón, mientras siguen reportes de cada vez más bajas civiles en las guerras encabezadas por Estados Unidos contra la violencia extremista.