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Nosotros ya no somos los mismos

Disculpa 260

D

e haber sido posible, la disculpa que paso a ofrecer, la hubiera colocado encima del nombre mismo de la columneta. Más que a la propia multitud, destinataria final de estos renglones, la presentaría a doña Soco y al equipo de la redacción del diario, que ya bastante hacen cada semana con esperarme hasta el último segundo antes de cerrar la edición, para que mi desaliñado texto (en el que se inventan vocablos y se inaugura una sintaxis semanal, nada más porque suena bonito), no quede fuera de las páginas del periódico. Los considero: haber estudiado años de lenguas, literatura (s), gramática avanzada, lingüística, semiología, genética del lenguaje (y, para los artículos de OT, criptografía), resulta injusto tener que dedicar las últimas horas del domingo para darle una peinadita a una retahíla de 8 mil 500 palabras que hago llegar al 15 para las 12, literalmente hablando.

Por cuanto a la multitud se refiere, el lunes 26 hubo de todo: desde los que insistían en los velatorios del Issste para conocer la capilla que se me había asignado, los que estaban seguros de que me había atragantado con el hueso de una aceituna Gordal (imprescindible en un digno Martini) y, por supuesto los que sintieron un enorme descanso al no tener que iniciar la semana profundamente agorzomados con los datos llamados duros a los que, obsesivamente me estoy volviendo adicto. Yo los catalogo, simplemente como colonoscopías sin anestesia.

El que sí se llevó la semana fue el paisano que todos los lunes me envía un correo con un afectuoso renglón en que hace mención al asunto tratado y le agrega algún adjetivo generoso. El lunes pasado me repitió la receta: Bien mi querido Ortiz: las cifras que nos muestras sobre las cantidades que los mexicanos dejamos en nuestras vacaciones en Estados Unidos, y las que han salido del país por actividades ilícitas son escalofriantes. Como siempre todo mi apoyo: la información que no se socializa nos intoxica. ¿Se dan cuenta? uno de los más entusiastas activistas de la multitud ni cuenta se dio de que en cinco años, este pasado lunes, por primera vez, la columneta salió de cuadro.

Contesto en general las dudas: hasta hoy mi hígado resiste. Hasta hoy no he sido agregado a la amplísima lista de los desaparecidos. Hasta hoy (¿Recuerdan? Hoy, hoy, hoy) nadie ha tenido que responder por mi pago de marcha. Hasta hoy, aún no he sido incorporado al ejército industrial de reserva (don Carlos y don Federico, dixit). La única razón para mi ausencia en estas páginas la semana pasada fue un torpe error de dedo: dado que soy analfabeta manual, al momento de enviar la columneta equivoqué la tecla y borré todo el contenido. ¡Mea culpa!

En obvio de espacio, de manera personal, contestaré a quienes escribí el pasado lunes y a quienes a partir de entonces se mostraron tan solidarios ante mi torpe ausencia. Por ahora, hagámosle caso a quienes me acusan de fatigar el apocalipsis, y demos algunas buenas informaciones que mengüen esa mala fama.

Comencemos por reconocer con modestia y humildad que los mexicanos no somos tan miserables como los académicos, los investigadores y los organismos internacionales nos quieren hacer ver. Enrique de la Madrid Cordero, titular de la secretaría de Turismo, informó que, pese las políticas xenofóbicas, discriminadoras y racistas que pregona constantemente el señor Trump, hasta el momento el sector turístico no se ha visto afectado. Informó el alto funcionario que aunque Trump ha anunciado la renegociación del TLC y confirmado en repetidas ocasiones su amenaza de construir el muro, las condiciones generales del intercambio turístico entre nuestros países no han mutado: anualmente viajan a Estados Unidos 18 millones de mexicanos que dejan, en beneficio de ese país, una derrama de veinte mil millones de dólares. Claro que esta cifra se verá menguada ahora que los ex gobernadores Duartes, Padrés, Yarrington, Borge, Villanueva, Granier, Reynoso Femat y su vástago, que a los 23 años tenía ya abierta una cuenta a su nombre por una cuantiosa dolariza. Cada uno de ellos incluye a sus más cercanos CCC (consejeros, colaboradores y cómplices) y por supuesto luminarias, como la maestra Gordillo, que enfrentan algunos inconvenientes para su acostumbrado shopping (que jamás fue simplemente shopping window), en los lujosos malls y privadísimas boutiques donde eran recibidos como jeques del lejano, medio y cercano oriente.

A los nombres arriba anotados hay que agregar los de otros ilustres productores agrícolas, transformadores avezados de simples hierbas en mágicos agentes sicotrópicos, a los expertos aduaneros que agilizan los mercados internacionales con una imaginación y diligencia ejemplares que exhiben al TLC (por sus siglas en español) como un instrumento verdaderamente periclitado: me refiero al doctor Eduardo Arellano Félix, al licenciado Damaso López Núñez, al contador Osiel Cárdenas Guillén, a don Alfredo Beltrán Leyva y a algunos gerentes de menor cuantía como José Manuel Saiz Pineda y Ediel López Falcón. Mención muy aparte merece don Chapo, a quien el gobierno estadunidense quiere incautarle el fruto de muchos años de intensos trabajos durante los cuales arriesgó vida y salud. Parece que Trump anhela la fortuna de Joaquín Guzmán Loera para regresar a la Nasa a la carrera espacial, construir otro muro en la frontera con Canadá (éste para evitar que comiencen a emigrar hacia el Norte los conciudadanos que lo abominan) o, simplemente con el porcentaje que dice, dice, le corresponde por la captura del potentado don Joaquín comprarle a don Amancio Ortega Gaona el imperio mundial de Zara, para que se dedique a vender sólo diseños de la joven Ivanka.

Lo cierto es que narcos y polacos hacen sus inmensas fortunas a costa de la integridad, bienestar, seguridad, la vida misma de cientos de familias y, por supuesto, del futuro de generaciones de mexicanos del campo y el pobrerío urbano pero, al final, ¿quiénes son los beneficiarios de todos esos crímenes? Mi sospechosismo extremo me lleva a una hipótesis: ¿Y si hay una oficina secreta del Departamento del Tesoro encargada de detectar y cooptar proveedores de divisas hacia su país? Contactan a funcionarios de las grandes empresas estatales, responsables de comprar costosos (indispensables, por supuesto), equipos de alta sofisticación, alquilarlos o contratar servicios de técnicos y profesionistas del más alto nivel. Los contratos son supermillonarios, pues incluyen los gastos colaterales de lobistas y cabilderos pero, además indispensables para el desarrollo nacional, que no sólo se publicitan, se posesionan de todos los medios y, el surgimiento de la Atlántida pasa a la sección internacional.

En la segunda etapa, ya consumado el atraco y los bancos gringos en poder de los miles de dólares, el gobierno descubre el atraco y, envuelto en la bandera de las barras y las estrellas, por cierto no honorablemente conseguidas, hace público el asalto, le comunica bajo cuerda todos los datos de los responsables al gobierno mexicano y éste entre la espada y el machete no puede sino proceder: sigue todos los datos proporcionados por las autoridades extranjeras y aprehende a los delincuentes.

En la tercera etapa, el gobierno gringo solicita la extradición, so pena de contar la historia completa. México, no sólo por compromiso, sino por conveniencia, la concede pese a todos los molestos y estorbosos impedimentos legales, es decir, el comodísimo fast track.

Las diarias noticias me evitan la pregunta: ¿Y quién de los actores que intervinieron en trama, fue el ganón?

Unas cuantas informaciones más y ustedes deciden si pregonar la unidad nacional, sin fisuras ni resquemores es paranoia.

El tema central de la colaboración anterior, ahora conocida como en busca de la columneta perdida, simplemente lo enuncio y lo guardo para próxima semana: El general secretario de la Defensa Nacional, general, Salvador Cienfuegos Zepeda, se da de alta dentro de las filas de la multitud (de lectores), de la columneta. Al menos sus declaraciones oficiales así lo dejan ver. Les compartiré mi interpretación la próxima ocasión.

Twitter: @ortiztejeda