Omar, Abigail y Víctor tienen claro su objetivo: cursar el bachillerato en un plantel de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Saben que es la institución con mayor demanda y para alcanzar su meta, afirman, nos preparamos en serio para presentar el examen de ingreso convocado por la Comisión Metropolitana de Instituciones Públicas de Educación Media Superior (Comipems).

Las estrategias fueron distintas. La familia de Abigail destinó 12 mil 500 pesos a un curso de regularización que duró un año. La madre de Víctor, apunta, hizo sacrificios, pero alcancé a pagarle uno de 2 mil 500 pesos por mes y medio de clases, pero Guadalupe, ama de casa y madre de Omar, de 14 años y estudiante de tercer grado de secundaria, reconoce que no pudieron solventar el curso, porque nos pedían 5 mil pesos. Se puso a repasar solo, pero es muy buen estudiante.

Desde hace más de dos décadas, la Comipems opera un proceso de asignación con una prueba estandarizada que se aplica a más de 300 mil jóvenes que desean cursar bachillerato en las principales instituciones públicas, entre ellas la UNAM, que sólo cuenta con 35 mil espacios, pese a que más de 55 por ciento de los aspirantes (poco más de 180 mil) desea ingresar a sus aulas.

Año con año, cientos de familiares acompañan a los jóvenes a lo que consideran el momento decisivo, pues en entrevista con La Jornada destacaron que muchas veces de este resultado depende su futuro, si van o no a la universidad.

Guadalupe señala que muchos vecinos tienen hijos que no se quedaron en la opción que querían, y después es mucho más difícil ingresar a la universidad pública. Se van desanimando y mejor se dedican a otra cosa, y ya no estudian.

En un recorrido por algunas sedes de aplicación se constató la presencia de decenas de promotores de instituciones particulares que ofrecen becas y colegiaturas hasta de mil pesos mensuales para cursar el bachillerato. Sin embargo, padres consultados señalaron que las opciones (de escuelas) que nos dan no son siempre de calidad, y si tuviéramos con qué mandar a nuestros hijos a colegios particulares de excelencia no estaríamos tan angustiados con este examen.

Omar, Abigail y Víctor aunque aseguraron que si no se quedan en la UNAM vamos a aceptar la opción que nos den, porque lo que importa es seguir estudiando, y cuando uno en verdad desea algo no hay imposibles.