n los círculos familiares y amigos en que me muevo, no creo que haya nadie que votara por Donald Trump. Tal vez esto sea igualmente cierto para la mayoría de los profesionistas de clase media en Estados Unidos. Es más, un gran porcentaje de tales personas está obsesionado con Trump y no puede esperar a que cese de ser su presidente.
Me preguntan con regularidad si puedo hacer la proyección de qué tanto tiempo puede durar en el cargo. Mi respuesta estándar es: de dos días a ocho años. Esto nunca satisface a quienes hacen la pregunta. No pueden creer que esto sea una evaluación seria. Quienes hacen la pregunta consideran que Trump es una persona malvada
y les resulta muy difícil creer que tal visión no sea compartida amplia y crecientemente por una mayoría de la población, incluyendo a quienes votaron por Trump.
A mis cuestionadores les parece un asunto de ideología y/o moralidad. Si otros no ven esto (por lo menos todavía), debe ser porque están mal informados o no cuentan con datos suficientes sobre lo que Trump cree o cómo actúa. De aquí pueden extraer dos conclusiones. La optimista es que la luz eventualmente brillará sobre los oscurecidos y Trump será derrocado. La pesimista es que nada puede cambiar las actitudes de la mayoría de la gente y, por tanto, la situación no tiene remedio.
Creo que esto es una forma muy errada de encuadrar el asunto. Trump no es un ideólogo. Seguramente tiene un programa que cumplirá lo mejor posible, según su capacidad. Pero tal agenda es absolutamente secundaria a su prioridad principal, que es permanecer siendo el presidente de Estados Unidos, posición que él equipara a ser el individuo más poderoso del mundo. Hará cualquier cosa para mantenerse en el puesto, incluido sacrificar parte de su programa, temporal o permanentemente.
Siente un orgullo extremo por ser el presidente estadunidense. Como le dijo a algún reportero, debe estar haciendo algo bien porque él es presidente y el reportero no. Se valida a sí mismo por estar en el puesto. Busca que lo alaben otros, y él se prodiga alabanzas a sí mismo. Dice que es el mejor presidente que Estados Unidos ha tenido y tal vez tenga.
Así que ¿por qué digo que Trump puede durar en el cargo de dos días a ocho años? Esto es porque él no es el único que comparte la prioridad de mantenerse en el cargo. Esta prioridad también la comparten casi todos los miembros del Congreso estadunidense.
Existen por lo menos dos modos de retirar a un presidente: someterlo a juicio o invocar la enmienda 25, relativa a la incapacidad de cumplir sus tareas como mandatario.
¿Qué podría movilizar a aquellos en el Congreso, especialmente en el partido Republicano, para buscar retirarlo del cargo?
Tendrían que considerar que mantenerse ellos en el cargo depende en gran medida de mantenerlo o retirarlo del cargo.
Esta opción es clara. Lo que no es claro en este punto es cuál opción es mejor para ellos. Así que se mantienen indecisos y así seguirán por un tiempo aún. Por el momento es claro que no ven la ventaja de respaldar a aquellas personas (casi todas demócratas) que urgen al proceso de retirar a Trump.
Evaluar la ventaja comparativa de las dos opciones no es, para nada, una tarea fácil. Es, en gran parte, una lectura de la cambiante opinión pública, algo notoriamente difícil de calcular. Así que leen las encuestas (pero ¿cuáles?). Se juntan con el electorado de su distrito (pero ¿con quiénes?). Hablan con los contribuyentes financieros (pero ¿cuáles?)
Como en casi todas las situaciones bloqueadas, el bloqueo podría abrirse con un evento, totalmente inesperado, que conduzca a otros a contender y en un impulso momentáneo subirse a la cresta de una marea transformada. Eso podría ocurrir de aquí a dos días o nunca, mientras Trump complete dos periodos en el cargo. Es impredecible. No es, sin embargo, algo que tenga que ver con la ideología o el programa. Es acerca de permanecer en el cargo tan sólo por estar en el cargo.