Opinión
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Ruta Sonora

OKNOTOK: 20 años del Ok Computer

Cuca: discurso misógino

E

l impresionante disco Ok Computer (1997) de la banda británica Radiohead, con el tiempo resultó ser, antes que nada, visionario. Hoy, a 20 años de ser editado, en que se publica por aniversario la versión remasterizada OKNOTOK, con 11 temas más (tres grabados en las sesiones del primero, no incluidos, y ocho lados B prácticamente inéditos), Ok... cobra mayor sentido y relevancia, tanto en lo musical por su innovación, como en lo lírico, por sus afiladas perspectivas sobre lo que se avecinaba: un mundo en extremo computarizado.

La aparición de tal obra fue un parteaguas, y con ella, seguida por el Kid A (2000), Amnesiac (2001) y Hail to the Thief (2003), Radiohead devino como la última gran banda de rock que rompería paradigmas (en el sentido de cómo se ha concebido este género desde finales de los años 60), de forma apoteósica y explosiva, con un concepto al mismo tiempo vanguardista y popular –conjunción difícil de lograr–. Si el progresivo de los años 70 fue salpicado por el punk, y la new wave y el glam sepultaron a aquél, para luego ser éstos tumbados por el rock alternativo y el grunge en Estados Unidos, y el britpop en Inglaterra, estos dos últimos fueron quebrados por algo que no sonaba a nada antes emitido (con todo y que asomaban influencias de Pink Floyd, King Crimson, U2, Jeff Buckley): Radiohead, banda que encabezó sin proponérselo, el sonido que permearía lo más adelante etiquetado como indie: guitarras acústicas tan fieras y amenazantes como las eléctricas distorsionadas, mezcladas con cuerdas orquestales de Mellotron, atmósferas y texturas sostenidas por teclados análogos, cambios progresivos en el tempo, arreglos futuristas de electrónica digital, toques de música concreta inspirada en Krzysztof Penderecki y, sobre todo, una pertinaz y profunda melancolía existencial.

Ok Computer es una placentera pesadilla entre orwelliana y cyber-punk, pasmada ante el terror de la sobre-tecnologización por venir, lo cual comenzaba a provocar más ansiedad y vulnerabilidad de lo usual: las máquinas como extensión indispensable de nuestros cuerpos y cerebros. Si nos hubieran dicho que 20 años después toda esa ciencia ficción sería real, no lo habríamos soportado de tan escalofriante. Pero aquí estamos, con nuestro celular en la mano, sin el cual ya no podemos vivir. Radiohead se adelantó como nadie en su momento, a plasmar en un disco la alienación posmoderna actual. Si bien dicha tesis sónica permaneció en subsecuentes discos (a ratos superada por Kid A y Amnesiac), es en Ok... donde comenzó todo, y ninguna otra banda ha podido repetir tal ruptura (al menos en el rock, pues en la electrónica ha habido varias), pues a partir de The Strokes, aunque ha habido muy buenos trabajos no comerciales, casi todo ha sido revival de algo más.

En los nuevos temas revelados, en que destacan Man of War (magnífica), la instrumental y espacial Meeting in the Aisle, I Promise (muy linda), Lift, Melatonin, A Reminder y Polyethylene, es bonito volver a sentir ese momento de inspiración, pasión y belleza en que estaban inmersos Thom Yorke, Jonny y Colin Greenwood, Ed O’Brien y Phill Selway, entre 1995 y 1997, que no han podido repetir, con todo y que In Rainbows (2007) y A Moon Shaped Pool (2016) tienen lo suyo (omitamos ese bache llamado The King of Limbs, 2011).

Así, hoy festejamos a dos décadas, un álbum que no ha perdido vigencia, cuya intensidad y experimentación, melodías sobrecogedoras, estallidos interestelares, meditaciones universales y angustias compartidas, a la vez complejas y sutiles, tristes pero esperanzadas y bellas, siguen conmoviendo y estando al día. Y sí: seguimos sin apagar la computadora.

Semen: lamentable

Contradictorio e indignante, lo expuesto en Semen, séptimo disco de la banda tapatía Cuca, a presentarse hoy en el Teatro Metropólitan. Lo que pretende ser irreverente, resulta insultante. Si por un lado critica la hipocresía del clero y a los golpeadores de mujeres (Macho maricón), por el otro contiene misoginia y violencia sexual. Lo primero se diluye con lo segundo, como si no comprendieran del todo el tema. La normalización de la violencia mediante chistes: la canción Feminazi se burla del feminismo; Cosas peligrosas habla de forzar una relación sexual que la chica no quiere, y la critica por no desearla. Es incomprensible cómo esta banda, cuyo monótono sonido de metal básico que no evoluciona tras más de 20 años (con todo y que ahora esté con ellos el buen guitarrista Alejandro Otaola), y cuyas letras pedestres no parecen ser de alguien mayor de 50 años (José Fors, voz y líder), se mantiene como un tótem intocable por el gremio y el público. En un país donde son asesinadas siete mujeres al día, canciones como éstas son inadmisibles. (Recomendaciones de conciertos).

Twitter: patipenaloza