El sonido es guía para Benito, quien se describe como un joven pasional, obsesivo, lleno de humor... amante del silencio, al cual recurre cuando quiere ser él o cuando le surge componer alguna pieza, como ha hecho desde los cinco años, tiempo en el que grabó un disco casero, obvio, en el que cantaba luego de apretar botoncitos de los instrumentos electrónicos que estaban en casa.

Eran cajas de ritmos a las que se apretaba un botón y emitían un beat. Él cantaba encima de la pista, que se grababa al ritmo de cuatro cuartos de la música house.

No es que fuera promiscuo, pero, al año y medio, en un concierto de Soda Stereo en Chile ante 50 mil personas atravesó el escenario como si fuera la sala de su hogar.

El cantante y guitarrista del grupo, Gustavo Cerati, su papá, intentó sacarlo del proscenio hasta que llegó a los brazos de su madre, la entonces modelo Cecilia Amenábar, quien aparece embarazada de este bebé transgresor en el video Te llevo para que me lleves, canción de Amor amarillo, primer disco como solista de Gustavo.

En la mirada del referente histórico del rock en AL

Reiteradas veces, la mamá de Cerati, Lilian Clark, ha dicho que en la mirada de Benito está Gustavo, referente histórico en el rock en Latinoamérica.

La comparación es inevitable, pero es un proceso –desde la partida del cantautor argentino y líder de Soda Stereo– en el que Benito ha vivido impermeabilizado.

En una charla con La Jornada, Benito ironiza diciendo que cuando le hablan de eso en los medios usa el accesorio que ponen a los caballos de carreras para no ver por los costados.

“A veces pienso –dice el músico, quien también estudió antropología– que los que más sufren con las comparaciones son las personas que se arrancan los pelos cuando me escuchan y dicen: ¿qué es esto?”

Benito (Santiago de Chile, 1993) asegura que es coincidencia que se haya dedicado a la música: Fue un proceso natural. En casa de abogados hay papeles, en la de músicos, instrumentos. Sólo me dejé fluir a ese lugar. Desde lo más tierno de la infancia he creado mis proyectos y aún sigo siendo un niño que ama divertirse y experimentar.

Los escenarios son lugares casi sagrados para Benito: donde me escudo y soy yo un personaje sin pasado que al mismo tiempo se convierte en otro. En una cosa nueva.

Benito no espera nada. No le urge saber adónde quiere llegar. Estamos viajando no sé hacia adónde, pero a un lugar vamos a llegar. No hay destino cierto, pero la pasamos genial donde estemos.

En toda su vida, comenta, le ha fascinado la mutación, la experimentación, no porque no sepa qué hacer, sino por el placer de cambiar. Nos preguntamos cómo se escuchará nuestra banda en grunge, rap u otro género... tengo la libertad que me permite cambiar cosas, probar, que para eso tenemos el resto de la vida.

Para Benito, el silencio es una de las músicas más lindas que hay. Es fundamental. Si estuviéramos en estímulo sonoro todo el tiempo nos volveríamos un poco locos. Es esencial tanto como el sonido. Compongo en silencio, por ejemplo. Cuando me preguntan qué me inspira, siempre pienso en los momentos en que estoy solo.

Benito y su banda, Zero Kill, abrirán el próximo sábado el concierto de la banda mexicana Reyno, que promueve su material en vivo, Al principio del final. Es también la primera ocasión que esta agrupación capitalina se presenta en el teatro Metropólitan.

Del concierto, Benito Cerati adelanta que tocará temas de sus dos discos (Triptour y Alien Head), además de covers.

Luego, nos bajaremos (del escenario) para escuchar a Reyno... Será un disfrute seguro. No hay forma que algo salga mal en el concierto.

Reyno y Zero Kill en el Metropólitan, a las 20 horas.