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Aprender a Morir

Responder con madurez

H

aiga sido como haiga sido –la cínica frase del presidente que combatió al narcotráfico sin más resultados que bañar de sangre el territorio nacional con gran despliegue mediático–, el triunfo de los candidatos favoritos del sistema político, no de la ciudadanía, en las recientes elecciones, la pregunta sigue en pie, aunque ninguno haya querido abordar el tema durante su campaña: como gobernador, ¿qué piensa hacer para que en su estado el Documento de Voluntad Anticipada sea un derecho de todos y no lujo de unos cuantos?

El gobierno de la CDMX, queriéndose vanguardista, no ha hecho sino enredarse en burocratismos, terminologías, comités y trámites engorrosos hasta revelar el trasfondo conservador de una izquierda meramente nominativa en favor de quienes pretenden lucirse elaborando leyes como modernas y no en beneficio al portador de un derecho desde el ejercicio de su libertad como individuo.

Los resultados del actual gobierno capitalino en materia de voluntad anticipada confirman ese afán de parecer progresistas en un entorno conservador, cuando no francamente reaccionario, ante una población cuya pasividad contribuye a estas inercias institucionales, incluido el Colegio de Notarios y sus notorios condicionamientos éticos y económicos, que este año le bajaron al tono de sus anuales alardes de solidaridad con la Secretaría de Salud de la CDMX. El resto del notariado nacional no ve ni oye, sólo fija tarifas a voluntad, a ciencia y paciencia del área de salud estatal y federal.

En los ocho años recientes, en una ciudad con casi 10 millones de habitantes apenas unos 6 mil han registrado ante notario su Documento de Voluntad Anticipada. Son avances raquíticos en torno a esta inaplazable política social. Inaplazable, porque la autonomía de las personas no puede seguir a merced de médicos, ministros religiosos y burócratas; porque los servicios de salud pública ya no pueden proporcionar atención adecuada a pacientes terminales y desahuciados, y porque un estado supuestamente laico y moderno no debería asustarse con petates seudomorales.

A propósito, el de la expresión haiga sido como haiga sido, acatando inconfesables órdenes e incumpliendo la Ley de Voluntad Anticipada, en 2010 prohibió que las instituciones de salud pública del Distrito Federal atendieran las solicitudes de derechohabientes que demandaban una muerte digna. Con el enemigo en casa, gobernadores, menos se avanza.