El hecho de que el gobierno mexicano no explore las cuatro líneas de investigación que los padres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa desaparecidos exigen que se agoten, puede tener consecuencias nefastas para la salud emocional de esas personas, ya que así se prolonga la tortura sicológica de no saber cuál es el paradero de sus hijos, afirmó el médico y sicólogo vasco Carlos Beristáin.

Las consecuencias de no hacerlo, en términos del impacto sicosocial de los familiares, van a ser nefastas, porque no va a hacer más que aumentar el dolor y el sufrimiento, la incertidumbre, esa tortura sicológica que tienen los familiares de los desaparecidos, de este y de cualquier otro caso, advirtió el ex integrante del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).

Entrevistado en el Foro Nacional sobre Salud Mental en Contextos de Violencia Hablemos de las heridas –organizado por el Instituto Nacional de Siquiatría Ramón de la Fuente Muñiz–, Beristáin recordó que la desaparición no sólo es un delito continuado en términos legales, sino también un dolor permanente que impide a las víctimas superar el trauma.

La incertidumbre es peor que la certeza de saber lo que sucedió e impide hacer cualquier proceso de afrontamiento de esa situación. Por eso para ellos es tan importante la búsqueda de la verdad; es un elemento clave para la salud mental de las víctimas, recalcó.

Aunque evitó pronunciarse caerca de que si el gobierno de México ha hecho un esfuerzo para agotar las líneas de investigación sugeridas en su momento por el GIEI, Beristáin subrayó que ese aspecto será una prueba de la voluntad política de las autoridades.

Nosotros siempre dijimos que el caso sí se puede resolver y ahí dejamos el legado de hasta donde nosotros pudimos hacer. Esperamos que las personas que tienen una responsabilidad en eso puedan llevar adelante la investigación y dar respuesta a los familiares, recalcó.