En las paredes del primer piso del Museo de Arte Carrillo Gil se despliegan 43 de las 60 pinturas, dibujos y acuarelas de la serie Los teules, que José Clemente Orozco (1883-1949) creó en 1947, en tiempo récord: tres meses.

Las obras se exhibieron en El Colegio Nacional, institución a la que el artista ingresó en 1943. Era su quinta muestra allí, a cambio de dar conferencias u organizar seminarios. La finalidad, ahora, es celebrar las siete décadas de la muestra original

Teules era el vocablo con el que los indígenas designaban a los conquistadores españoles, los cuales fueron confundidos con sus deidades. Teul proviene de la raíz en náhuatl teótl, que en los oídos de los conquistadores sonó a teules, explicó la investigadora Dafne Cruz Porchini, curadora de la muestra Orozco y los teules: 1947 (La Jornada, 9/4/17).

Se cuenta que fue el historiador Silvio Zavala, también integrante de El Colegio Nacional, quien sugirió al muralista hacer la serie basada en varios pasajes del libro Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo.

Encuentro de dos mundos

La conquista no era un tema desconocido para Orozco, pues ya lo había tratado en su murales de la Antigua Escuela de San Ildefonso, Dartmouth College y el Hospicio Cabañas.

Sacrificio humano, 1947, Banco Nacional de México, de José Clemente Orozco, incluida en la exposición del Museo de Arte Carrillo Gil, donde algunas obras del jalisciense no se habían mostrado desde hace siete décadas, explica Vanya Rojas, directora de ese recinto. De Orozco, posee 167 obras representativas de todas sus facetas y etapas, expresa en entrevista con La Jornada Foto cortesía del museo

El jalisciense fue uno de los que más coleccionó Alvar Carrillo Gil, cuyo acervo dio pie al museo.

Vanya Rojas, directora del museo, explica en entrevista con La Jornada, que hay 167 obras de Orozco en su colección, representativas de todas sus facetas y etapas. Con el dibujo La Chole, de Orozco, se inició la colección de Carrillo Gil.

La exposición incluye obras emblemáticas del museo, como Los teules IV: caballos, piroxilina sobre masonite.

Son obras contundentes, fuertes, sanguinarias, de la batalla que se libra entre españoles e indígenas. Orozco ve de manera objetiva este encuentro de dos mundos, define Vanya Rojas.

En Los teules el indígena no se glorifica, más bien se desmitifica. De allí el cuadro El desmembrado. El español también se presenta tal cual. En Sacrificio humano cinco sujetos mutilan el cuerpo de un conquistador. La escena es una toma cenital, como si Orozco tuviera un dron en ese momento, apunta Rojas. Hay obras que no se habían mostrado desde hace 70 años como La noche triste, descolgado de las paredes de un despacho privado.