Edomex: 2018 adelantado
¿Fraude? ¿Conflicto poselectoral?
Videgaray, pieza de Trump
Venezuela, ¿y México?
al como era previsible, la elección en el emblemático estado de México quedó entrampada en la lógica de guerra política que se supondría reservada para 2018. A fin de cuentas, con un calendario adelantado, el proceso para relevar a Eruviel Ávila ha radicalizado la confrontación entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador, en un encaramiento regional que, de manera clara, lanza mensajes peligrosos rumbo a la máxima contienda, esa sí definitoria, del año venidero.
El primer aviso notable de esta temporada es la confirmación de que Peña Nieto (para abreviar en dos apellidos el conjunto de factores de poder cuyo centro formal está en Los Pinos) no sólo carece de voluntad para permitir una contienda medianamente clasificable como democrática sino que, por el contrario, ha optado en el ring mexiquense por el acopio y uso de las peores fórmulas de defensa de sus intereses partidistas y grupales.
Hay tres ingredientes que desde ahora encienden luces rojas rumbo a 2018: el ostentoso e impune uso de recursos públicos en favor del candidato oficial, el control faccioso de las instancias que organizan y calificarán los comicios, y la exacerbación, lubricada desde las cúpulas, de ánimos mediáticos (sólo) adversos contra el partido realmente opositor, Morena, y su nada ortodoxo dirigente y virtual candidato presidencial, López Obrador.
La exasperación de Peña y sus aliados ante el panorama mexiquense que no pudieron modificar en su fotografía final (Alfredo del Mazo y Delfina Gómez técnicamente empatados, con un alto volumen de indecisos que bien podrían constituirse en voto antisistema), implica, en los hechos, el riesgo muy cantado de una apuesta autoritaria en pro del fraude electoral. Decir esto no es ninguna novedad: el fraude mexiquense está preinstalado, en fase creciente, con maquinarias, recursos y ejércitos
predispuestos.
En caso de consumarse el robo, la consecuencia inmediata será el conflicto poselectoral. Aun cuando López Obrador mantiene su postura contraria a las protestas violentas, la pradera nacional está más seca que nunca, y la acumulación de problemas en el estado de México ha generado un ánimo confrontacional agudo. El propio dirigente y candidato ha dado muestras de exasperación, en sus relaciones con partidos que él supone deberían añadirse al proyecto Delfina, e incluso con medios de comunicación y con conductores de programas noticiosos. El tono y las expresiones de López Obrador (habla de temporada de zopilotes
y, en cuanto le es posible, detalla cierto animalaje para describir a sus opositores) han ido acerándose conforme los aparatos gubernamentales parecen más dispuestos a adulterar los resultados de este domingo en la estratégica entidad con capital en Toluca.
Las evidentes consecuencias negativas de un triunfo
priísta por la fuerza, y la alineación de fuerzas del sistema que defiendan ese fraude patriótico
familiar, constituirían una temprana precipitación del conflicto mayor, el de 2018. La violencia, las brigadas de mapaches, la compra del voto, la manipulación de urnas y resultados, la utilización de los medios de comunicación como sicarios en materia de información, opinión y análisis, y la explícita conversión del PAN y el PRD en patiños en espera de recompensas, sería un pésimo mensaje rumbo a 2018.
Luis Videgaray Caso, a quien en esta columna se ha denominado canciller de Troya
, se ha mostrado abiertamente como pieza de tablero latinoamericano movida desde la Casa Blanca. La nueva faceta de trumpismo explícito se refiere a Venezuela, donde el virtual vicepresidente de México encuentra situaciones y circunstancias que le parecen tan críticas que obligarían a que la Organización de los Estados Americanos adopte medidas urgentes para frenarlas (anoche, por consenso, se tomó la decisión de posponer la reunión de cancilleres que abordaría el tema venezolano).
La angustia de Videgaray se refiere a alteraciones del orden democrático
y recrudecimiento de la violencia
. Con astucia de saltarín de charcos, el secretario mexicano de Relaciones Exteriores ha pretendido retorcer la tradicional doctrina mexicana de no intervención en asuntos de otros países. Dicho principio, ha alegado el aprendiz
de diplomático, no puede ser invocado para esconder alteraciones al orden democrático
. La postura doblegada del alto funcionario mexicano provocó la natural reacción ácida de su contraparte venezolana: Delcy Rodríguez calificó de inmorales
e infames
las declaraciones de Videgaray.
Pero, más allá de la postura y consideraciones que cada mexicano tenga respecto de la crisis venezolana, resulta de una evidente doble moral y una galopante hipocresía el que los gerentes en turno de este México, hundido desde el inicio del sexenio funeral de Felipe Calderón en una crisis de derechos humanos y de orden democrático
, pretendan dar lecciones a otro país e invocar una intervención extranjera que, en estricto sentido, estaría siendo convalidada para ser aplicada acá mismo.
Astillas
Miguel Ángel Mancera ha vuelto a tomar la minibandera de los aumentos a los salarios mínimos, en busca de retomar presencia en el foro político nacional.
En la reunión de la PGR con familiares de los 43, la parte gubernamental avanzó (como otras veces) en el terreno de las promesas que luego ya verá cómo incumplir.
Reuters informó ayer que la administración Trump exigirá, en el proceso de otorgamiento de visas para ciudadanos de todo el mundo, que el solicitante informe de sus perfiles
en redes sociales en los cinco años recientes y datos biográficos de 15 años atrás a la fecha.
Y, mientras sigue el juego y rejuego del Sistema Nacional Anticorrupción (risas grabadas), ¡hasta mañana, con maestros de Baja California en protesta masiva por el retraso en pagos a interinos y pensionados!
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