Madrid.

Por su mensaje ético de compasión, paz y solidaridad, así como por su profusa y docta obra relacionada con el estudio de las principales religiones en el mundo, la británica Karen Armstrong fue distinguida con el Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales.

Tras conocer la noticia, la doctora en historia expresó su profundo agradecimiento. Asimismo, lamentó que mientras hemos creado un mundo abierto y unido a través de las economías de mercado cada vez más nos replegamos de forma agresiva hacia guetos nacionalistas, religiosos y culturales.

Armstrong comenzó sus estudios religiosos siendo ella misma una novicia en un convento londinense, pero con el tiempo decidió ingresar a la prestigiosa Universidad de Oxford.

Luego de colgar los hábitos se dedicó de tiempo completo a los estudios, licenciándose en literatura contemporánea y doctorándose precisamente en historia de religiones, lo que la convirtió en una de las máximas expertas y una de las voces más calificadas para analizar los derroteros de los credos en el mundo.

El acta del jurado explica que la doctora Armstrong, estudiosa de los fenómenos religiosos, es una de las mayores autoridades actuales en el conocimiento de las tres religiones del Libro, Judaísmo, Cristianismo e Islam. Sobresale por la profundidad de sus análisis históricos, por su inmensa labor bibliográfica e investigadora, así como por su compromiso activo con la difusión de un mensaje ético de compasión, paz y solidaridad.

También elogia su trayectoria en organismos internacionales, en la mayoría de los casos para encontrar vías de diálogo y armonía que permitan sentar las bases de un mundo en paz, precisamente porque en buena parte de los conflictos bélicos en el planeta tienen su raíz en la religión.

Al otorgar este premio, el jurado quiere destacar la relevancia del estudio de las religiones para comprender la sociedad y el mundo contemporáneos, añadió el jurado.

Resulta esencial, destacó, que entendamos las aspiraciones religiosas, políticas e ideológicas y los temores de nuestros vecinos globales. Se habla mucho de ganar la batalla por los corazones y las mentes, pero no podremos hacerlo a menos que sepamos lo que realmente hay en ellos, a diferencia de lo que imaginamos que podría estar allí. Necesitamos urgentemente examinar las ideas y los principios recibidos, mirar dentro de las noticias hacia las complejas realidades que están desgarrando nuestro mundo, dándonos cuenta, a un nivel profundo, de que compartimos el planeta no con nuestros inferiores, sino con nuestros iguales.