Concluyó en Managua la quinta edición de ese encuentro literario
Sábado 27 de mayo de 2017, p. 5
En el quinto Encuentro de Narradores Centroamérica Cuenta –que se desarrolló en la capital nicaragüense y concluyó ayer–, se rindió homenaje el jueves por la tarde al escritor mexicano Ignacio Padilla (1968-2006), fallecido en un accidente automovilístico en agosto del año pasado, tres meses del comienzo de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, en la se presentaría.
En la FIL, el autor de El diablo y Cervantes iba a presentar el segundo manifiesto de la generación del crack, junto con los colegas y amigos que formaron ese juego académico literario
en 1996.
En un conversatorio en el que participaron el narrador salvadoreño Carlos Dada, la escritora mexicana Gabriela Riveros Elizondo y el coordinador de Difusión Cultural de la Universidad Nacional Autónoma de México, Jorge Volpi, se recordó que ese movimiento literario que integraron Padilla, Eloy Urroz, Pedro Ángel Palou, Ricardo Chávez Castañeda, Vicente Herrasti y Volpi fue una manera de resolver muy bien la competencia literaria
.
Volpi agradeció que a Urroz se le haya ocurrido formar el grupo, “porque si algo abunda entre amigos escritores es el resentimiento, el celo, la envidia. Para nosotros, el crack logró romper esa dinámica.
“Fue una amistad literaria que permitió que canalizáramos la natural envidia de unos a otros para mejorar. Cada vez que leíamos un texto de Nacho, y veíamos ese estilo apabullante, tratábamos de escribir mejor.
“Al final, la amistad no fue todo lo larga que hubiéramos querido. Al final hubo distanciamientos y peleas naturales de algunos de los miembros del crack, pero nunca fueron por la literatura. Nos unió que en 1996 lanzáramos nuestras cinco novelas (Memoria de los días, de Palou; Las rémoras, de Urroz; La conspiración idiota; de Chávez Castañeda; Si volviesen sus majestades de Padilla, y El temperamento melancólico, de Volpi), y hubiésemos sido vapuleados, apabullados, insultados y excluidos casi del medio literario mexicano, o eso sentimos nosotros.
“El manifiesto fue un proyecto colectivo, pero también esencialmente individual, pues las formas de escribir de cada uno eran muy distintas, aunque se contaminaban de las otras. Hubo una cercanía temática, los principios centrales del crack, que fueron la aspiración de una literatura compleja que jugara con el lector, se mantuvo siempre.”
Volpi dijo que, no obstante los distanciamientos, en enero de 2016, los integrantes del crack decidieron escribir un postmanifiesto
para celebrar 20 años del grupo, el cual presentarían juntos en la FIL de Guadalajara; “y así cerramos el ciclo, cada uno escribió su parte, y ese texto lo publicamos en muchos lugares el año pasado, pero el objetivo de llegar a Guadalajara juntos no ocurrió. Nacho murió en agosto y ya no presentamos ese segundo manifiesto, sin él no tenía sentido. Esa fecha la usamos para rendirle homenaje. El crack fue una suerte de utopía literaria que sólo pudo romper la muerte de Nacho, el más talentoso, con un estilo deslumbrante”.