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Penultimátum

¿Cero tolerancia del Vaticano a la pederastia?

E

l pasado13 de mayo en Fátima, Portugal, el Papa declaró santos a Francisco y Jacinta Marto, dos de los tres pastorcitos que hace cien años aseguraron haber visto a la Virgen. Lucía, la otra pastorcita pronto será beata. Francisco aseguró que la Virgen se apareció en Fátima para advertirnos sobre el peligro del infierno al que lleva una vida sin Dios.

Una vida sin Dios es la que ha tenido uno de los curas pederastas más cínicos de la historia: el italiano Don Picolli, cuya confesión inundó las redes sociales el mismo día que Francisco declaraba santos a los pastorcitos. En un video que grabó un periodista, Don Piccoli cuenta, riéndose, y postrado en una cama de un hogar de retiro para religiosos ancianos, cómo cometió sus fechorías sexuales en compañía de otros curas que cuidaban a niños sordos de escasos recursos en el Instituto Provolo de Verona. Esta confesión corroboró la denuncia que en 2009 hicieron varias víctimas. La fiscalía italiana no investigó esos abusos alegando que habían prescrito.

El pasado 16 de mayo, en Argentina se conocieron detalladamente los de otros curas en el Provolo para niños sordos de la ciudad de Mendoza. Dos de los criminales procedían del veronés y fueron enviados al país sudamericano para encubrir su pasado delictivo. Los detuvieron hace un año por los abusos sexuales que llevaron a cabo en Mendoza. Aquí gozaron de la protección de la jerarquía católica que conocía desde 2010 lo que pasaba en ese instituto. También encubrió a otros curas abusadores.

El pasado 16 de mayo fue encarcelada la monja Kosaba Kumiko, de la congregación de Nuestra Señora del Huerto, por ayudar y solapar a los pedófilos. Dijo ser una persona buena que he entregado mi vida a Dios. Pero su principal función era elegir a los niños más vulnerables. Uno de ellos, dijo que los golpeaba sistemáticamente y el más sumiso era entregado a los violadores. El que se rebelaba escapaba de los abusos.

Lo que ocurría en Mendoza se denunció en 2008, pero la justicia archivó el expediente. Las declaraciones de varios abusados reactivó el caso y el escándalo estalló el pasado diciembre. El instituto fue intervenido y la Iglesia, tras años de silencio, reconoció que algo irregular pasaba allí.

El arzobispo de Mendoza, Carlos Franzini, expresó entonces a los periodistas: Quiero aclarar mirándolos a los ojos, con las manos limpias y la conciencia tranquila, que nunca fuimos notificados de antecedentes penales que pesaran sobre ninguno de los sacerdotes imputados. Tampoco hemos recibido denuncias o comentarios sobre irregularidades que hubieran sucedido en dicho lugar.

El silencio del Vaticano sobre estos dos casos y otros más que pronto comentaremos ponen en duda su política de cero tolerancia contra los curas pederastas.