El Velódromo Olímpico Agustín Melgar no es una caja de galletas que se pueda cambiar de lugar, sino una escuela de ciclismo de pista, la única en la ciudad, señaló Ricardo Ramírez Plancarte, entrenador en la instalación olímpica en vías de ser derrumbada para construir el estadio de Cruz Azul mediante un convenio del club con el Instituto del Deporte de Ciudad de México, bajo el argumento de que es una instalación obsoleta.

Funciona como escuela, tenemos clases dirigidas a varias categorías, utilizan las bicicletas y se les da asesoría, asimismo tenemos competencias, asegura Ramírez Plancarte, docente en el velódromo hace 36 años.

Como edificación olímpica, el Agustín Melgar es considerado patrimonio cultural de Ciudad de México, por lo que la capital haría los trámites para cambiar el uso de suelo y cedería la utilización del terreno al Cruz Azul, que en días pasados realizó un estudio de mecánica de suelos.

Horacio de la Vega, titular del deporte local, aseguró que en un par de meses se hará oficial la obra, la que asegura, generará beneficios que dará a conocer. El dirigente argumenta que el Velódromo olímpico, cuyo óvalo mide 333.33 metros, ya no cuenta con la especificación para un Campeonato Mundial, de 250 metros; también ha planteado la posibilidad de que se construya un velódromo en otro lugar, lo que genera escepticismo.

Ramírez Plancarte afirma que ninguna autoridad ha informado a la escuela sobre la posible demolición del velódromo, que sólo se ha enterado por algunas publicaciones sobre el riesgo de que desaparecerá el escenario en el que se han establecido más de 30 récords mundiales, el único velódromo de la ciudad, en el que se practica y se entrena.

El otro velódromo existente en la ciudad se construyó hace 15 años en el Centro Nacional de Alto Rendimiento, pero sólo tienen acceso seleccionados nacionales.

El Agustín Melgar ha sufrido cambios, la delegación Venustiano Carranza colocó al centro un campo para tochito que ha restado tiempo de práctica al ciclismo, pero recibe competencias periódicas, como sucedió ayer miércoles, según Alberto Miranda, también docente y entrenador desde hace 37 años.