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Nosotros ya no somos los mismos

La maldición de las digresiones

A

hora sí directo a los datos duros, pero duros: la viva imagen de nuestra moneda a la que no cimbra, ni siquiera bambolea, catarro, gripe o pulmonía fulminante (don Agustín Carstens, dixit).

No hagamos mayores consideraciones y regresemos a la idea original: yo propongo los nombres y ustedes los califican y los ubican en el casillero que les corresponda (Polko. Chinaco. Quintacolumnista. Patriota. Prestanombres o Prestanacionalidad. Colaboracionista. Testaferro. Mexicano de acá d’este lado. CEO de trasnacional. Nacionalista –en estado de descomposición–. Párroco, arzobispo o nuncio). Pueden además adjudicarles algún adjetivo calificativo subidito de color, con la autorización de la Academia de la Lengua y, lo que es más útil, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) y de la de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La muy bien estipulada limitante es que las expresiones proferidas no sean homofóbicas, discriminatorias, misóginas, oprobiosas (?). Incapaz de resistirme a la tentación de las digresiones (que eternizan mis temas), cuando considero que es un egoísmo extremo gozar algún esplendente comentario de funcionario, legislador, político o intelectual orgánico, no resisto oportunidad de compartir esa información. La maldición de las digresiones constantes en mis escritos no me abandona e, innecesaria, pero divertidamente caigo en todas con las que me topo. Ejemplo 1. El magistrado De la Mata, de la sala especializada del TEPJF, comentó que no le gusta que sus hijos escuchen expresiones como: ¡A huevo!, pero consideró que son propias de un debate político. O séase: los debates políticos deben estar clasificados en: C, no propios para niños y adolescentes. Agrega el magistrado: estoy de acuerdo con el proyecto, aunque no estoy de acuerdo con el lenguaje… Aunque el proyecto sea, precisamente, sobre el lenguaje. Imagino al magistrado, tan propio él, corregir a su hijito: “Paquito: ¡Cuánta inverecundia de tu parte, solicitarle a tu madre el desayuno de esa manera!: ‘¡A mí, mis huevos! Pero divorciados’. ¿No consideras más propio decir… ‘Si eres tan servicial, ¡oh madre! Me preparas los blanquillos, desgraciadamente separados por incompatibilidad de salsas y que, seguramente, son producto, de un lamentable gallinero disfuncional’”?

Por su parte, otra lúcida magistrada (ejemplo 2), Gabriela Villafuerte, leyó uno de los promocionales producidos por el Panal que estaba siendo valorado por esa instancia del tribunal electoral y cuya autorización ella promovía: Ser turquesa es reconocer que ser mamá es un trabajo de tiempo completo y que una madre soltera se rompe la madre. (Y yo que por poco repruebo química por no saber que la turquesa es un mineral clase 8. Un fosfato de aluminio y cobre cuya fórmula es: CuAl(PO4) (PO4)4(OH)84H2O). La señora Villafuerte y sus cofrades consideraron que el Panal trataba de posicionarse frente a la ciudadanía como una fuerza política incluyente, que se abstiene de discriminar a las personas. Por otra parte, yo puedo dar una enorme relación de madres casadas por toda clase de protocolos y confesiones, que ahorita cambiarían ese estatus por el de una de las exitosas parejas conocidas como amigos con beneficios. Es realmente triste que los profesores (y me refiero por supuesto a los adocenados, sumisos, manejados por las decadentes mafias sindicales, hoy en su versión partidaria) y, los señores magistrados sean, en una alarmante mayoría, unos verdaderos iletrados, ignaros, cabezas de alcornoque y, además, de mentalidad no conservadora, sino paleolítica. Fin de una digresión repetidamente anunciada.

A su ciudadana consideración, la dos caras de la moneda. Confieso que los siguientes datos los plagié de la tesis doctoral de mi hija 2, Mariana. Lo hago sin riesgo, pues sé que ella no arriesgaría un modesto crédito por una cuantiosa herencia.

En 2014 se registraron 55.3 millones de personas en condiciones de pobreza, de ellas, 11.4 millones eran clasificados en estado de pobreza extrema. Esto nos lleva a concluir que solamente 46.8 por ciento de la población puede adquirir la canasta alimentaria básica (Delgado Selley, 2015).

De acuerdo con el Global Wealth Report, 10 por ciento del sector más rico de México concentra 64.4 por ciento del total de la riqueza del país.

El informe Niñas y niños fuera de la escuela, del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, 2016), expuso que 3.8 millones de niños y adolescentes no están matriculados, mientras que 631 mil se encuentran en riesgo de abandonar las aulas. La pobreza, la residencia en áreas rurales, la pertenencia a pueblos indígenas, las discapacidades y el trabajo infantil son las principales causas de esta injustificable exclusión.

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El magistrado De la Mata, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, comentó que no le gusta que sus hijos escuchen expresiones como: ¡A huevo!, pero consideró que son propias de un debate político. O séase: los debates políticos deben tener clasificación C: no propios para niños y adolescentesFoto Víctor Camacho

El ingreso de 10 por ciento de la población más rica es 20 veces superior al obtenido por la décima parte del estrato de menos recursos, según el informe titulado Desigualdad de ingresos y pobreza, presentado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (Información de La Jornada, noviembre 2016).

El 59 por ciento de la población de 0 a 17 años (21.4 millones) carece de condiciones mínimas para garantizar el acceso a la educación, la salud, la seguridad social, a una vivienda y alimentación de calidad (estudio Pobreza y derechos sociales de niños y adolescente en México, presentado por Unicef y el Coneval, 2015).

Y este dolorosísimo resultado, surgido de una encuesta realizada por la organización no gubernamental World Vision (diciembre, 2016): Siete de cada 10 niños no quieren crecer por temor a ser reclutados por el crimen organizado. Este solo dato me forma del lado de quienes añoran tiempos pasados. Yo, que a la pregunta de en qué época me hubiera gustado vivir, contra la opinión de la mayoría de mis compañeritos que soñaban con los dinosaurios herbívoros, o los caballeros de capa y espada (compinches del príncipe Valiente y Rolando el furioso), me pronunciaba siempre por fechas más cercanas: en 1995, año de fatal coincidencia: mueren dos de los científicos a los que más debe la humanidad de nuestros días: el escocés Alexander Fleming y el estadunidense Jonas Eduard Salk, descubridores, respectivamente, de la encima antimicrobiana, lisozima elemento fundamental de la penicilina, antibiótico al que le debemos la salud y la vida millones de terrícolas, y la vacuna contra la poliomielitis, que protegió a mis contemporáneos, aunque en las batallas iniciales hubo algunos que perdieron la vida o la vivieron con taras dolorosas y limitaciones, ridículamente llamadas capacidades diferentes. Por eso cuando me entero que los contemporáneos de mis nietos no quieren crecer por miedo, recuerdo que en esa edad lo que más deseábamos nosotros era lo contrario: crecer para llegar a la casa a las 11 de la noche, para manejar el auto familiar, para tener fotos de Gina pegadas en el techo, no asistir a las aburridas cenas cuando honraba nuestra casa el libidinoso padre Chano. Crecer era nuestra puerta de escapatoria. (Soñábamos con el libre albedrío, sin saber qué significaba.) Ahora me duelo, me lamento el pinche (ahora que me autorizan a decirlo, lo aprovecho) hábitat que en dos o tres generaciones les echamos a perder a quienes decimos querer más en la vida.

Cuando ya iba encarrerado con mis datos fuertes, me llama una amiguita de toda mi confianza para darme una noticia, que, si no se las comento ya, puedo sufrir un entripado. Jorge G. Castañeda anunció hace unos días que declina su pretensión de ser candidato independiente a la Presidencia en 2018.

Entre los damnificados de la declinación del foxista ex secretario de Relaciones Exteriores debe contarse en primerísimo lugar a la editorial Penguin Random House (México), que en febrero del año pasado lanzó al mercado el libro del ahora declinante Castañeda, Sólo así: por una agenda ciudadana independiente, texto en el que el también ex militante del Partido Comunista Mexicano daba cuenta a sus lectores de su plan y propuestas para la campaña electoral en que, supuestamente, participaría el año venidero.

Si, como se supone, debió ser Penguin Random House quien pagó de su propia caja los promocionales de televisión y radio, carteleras luminosas y espectaculares, que fueron contratados para promover el libro de Castañeda, éste podría ser, para esa casa editorial, su autor más costoso, en términos de gasto publicitario. Estoy seguro que ni en la promoción de los libros de Carlos Fuentes o de Gabriel García Márquez, Penguin (México) ha gastado los millones de pesos que debió pagar por la publicidad del libro del declinante Castañeda. (Para ser justo, reconozco que ellos no lo necesitaban.)

A menos que, como denunció Jorge Alcocer V. en Reforma (30/07/16), todo haya sido un fraude, montado no sé por quién. Pero en cualquier caso, el director de Penguin Random House (México) hará bien en contratar un abogado penalista que lo defienda en caso de que la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade), como es su obligación, abra una investigación de oficio sobre ese presunto delito del que, evidentemente, no es inocente, ni siquiera desconocedor, el ahora ex aspirante a candidato presidencial independiente. ¿Cómo dije?

Twitter: @ortiztejeda