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TLCAN: ¿luz verde?

Trump en el palenque

¡Cieerreen las puertas!

B

ajo la consigna de que nunca más Estados Unidos firmará un tratado como el TLCAN, por ser el peor acuerdo comercial de la historia de ese país, el salvaje que despacha en la Casa Blanca anuncia que puso en marcha el proceso para renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte con México y Canadá, para lo cual su representante de Comercio, Robert Lighthizer, envió al Congreso estadunidense la carta en la que el gobierno de Trump pide luz verde para iniciar conversaciones formales con las otras dos naciones. De encenderla, iniciarían por allá de la tercera semana de agosto próximo.

En Los Pinos están locos de contentos, porque creen que ya lo pasado, pasado y que a partir de la buena voluntad del energúmeno de la Oficina Oval todo será miel sobre hojuelas. Pero dejan a un lado que el interés real de Trump es acabar con el mecanismo trilateral (que es un desastre) y privilegiar –en el mejor de los casos– acuerdos bilaterales con México y Canadá… salvo que dichas naciones se inclinan más, si ello fuera posible, especialmente en el caso de su vecino del sur.

El problema para el gobierno peñanietista inicia al saber que en México prácticamente todos los renglones económicos están abiertos de par en par (petróleo incluido) y que no prevalece traba alguna para la inversión proveniente de Estados Unidos. Entonces, ¿con qué fichas negociarán Peña Nieto y su aprendiz? ¿Qué ofrecerán al energúmeno? ¿Más cesiones, si es que existe algún rincón que a estas alturas no esté cedido?

En esto de la negociación y modernización del acuerdo trilateral –si es que finalmente el gringo decide mantenerlo– la opinión pública tendrá peso específico (la canadiense y la estadunidense, porque la mexicana nunca es considerada por la clase política a la hora de hacer sus enjuagues), y en este sentido la representativa de la nación de la hoja de arce estaría sólida y mayoritariamente a favor de que el mecanismo comercial trilateral se mantenga. Allí el primer ministro Justin Trudeau tiene la línea marcada.

En Estados Unidos, en cambio, la mitad está a favor y la otra no, aunque existe un nada despreciable segmento de opinión pública que abierta y tajantemente rechaza dicho acuerdo comercial. En México, de acuerdo con las encuestas, también existe una mayoría que se manifiesta a favor de dicho mecanismo, aunque quienes habitamos esta República de discursos sabemos a la perfección cómo es que se construyen mayorías en nuestro país. Imaginen a los pobladores del municipio más pobre de Oaxaca –es decir, el más jodido entre los jodidos– hablando maravillas del TLCAN por los múltiples beneficios y el desarrollo a manos llenas que el TLCAN ha procurado a su comunidad a lo largo de sus 23 años de existencia.

Y tales pobladores confían aún más en el mecanismo trilateral y en sus representantes luego de la sesuda declaración del aprendiz Luis Videgaray, de que el gobierno de la República y el sector privado (léase la cúpula) irán juntos, como equipo, a la revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, es decir, el mismo equipo que participó en la negociación original.

Pero bueno, el tema se calienta y habrá que ver hasta dónde aguanta el energúmeno de la Casa Blanca antes de dar por concluido el TLCAN y opte por acuerdos bilaterales (con Canadá se da por sentado, pero en el mejor de los casos, y sólo en él, incluiría a México, a saber en qué condiciones, porque el gobierno peñanietista no tiene mucho de dónde agarrarse).

Por lo pronto, la misiva de Trump al Congreso de su país asegura que el TLCAN requiere de una modernización en los estándares de comercio digital, derechos de propiedad intelectual, mercado laboral y medio ambiente, además de las normativas para empresas estatales y las condiciones de seguridad alimentaria. Agarraos, pues. Pero falta el pronunciamiento del Congreso.

En vía de mientras, el Pew Research Center divulgó un estudio (Opiniones del TLCAN menos positivas –y más partidarias– en Estados Unidos que en Canadá y México) que señala que los gobiernos estadunidense, canadiense y mexicano han indicado que renegociarían el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Mientras que el acuerdo existente cuenta con el apoyo de aproximadamente tres cuartas partes del público canadiense y seis de cada 10 mexicanos, se ve menos favorable en Estados Unidos, donde los republicanos apoyan mucho menos que los demócratas.

De acuerdo con el citado estudio, cerca de la mitad de los estadunidenses (51 por ciento) dice que el TLCAN ha sido una buena cosa para su país; 11 por ciento lo considera muy bueno. Eso se compara con 74 por ciento de los canadienses que dicen que ha sido bueno para Canadá y 20 por ciento para el que ha sido muy bueno. Entre los mexicanos, 60 por ciento lo considera bueno y 10 por ciento lo califica de muy bueno.

Estas diferencias de opinión, dice el Pew, pueden reflejar, en parte, el hecho de que tanto Canadá como México tienen superávit comercial de mercancías con Estados Unidos, el cual en 2016 registró un déficit colectivo de 74 mil millones de dólares con sus dos socios del TLCAN. De cualquier suerte, en Canadá 17 por ciento de los encuestados calificó de malo el acuerdo comercial, mientras que en Estados Unidos esa proporción crece a 30 por ciento y en México a 33 por ciento.

La militancia partidista está vinculada a las opiniones del TLCAN, sobre todo en Estados Unidos, anota el citado centro. Cerca de dos tercios (68 por ciento) de los demócratas consideran que el acuerdo es bueno para Estados Unidos, mientras que sólo 30 por ciento de los republicanos mantiene esa opinión. Y la intensidad del sentimiento difiere ampliamente a lo largo de las líneas de partido: mientras que 33 por ciento de los republicanos cree que el tratado ha sido muy malo para el país, sólo 6 por ciento de los demócratas están de acuerdo.

El estudio revela que en Canadá la mayoría del espectro político apoya al TLCAN (conservadores 83 por ciento; liberales 82; Nuevo Partido Democrático 70); en México, 68 por ciento de los que se identifican con el PAN que ha sido algo bueno; y en el PRI 59 (no menciona a ninguna otra agrupación política).

Las rebanadas del pastel

Y en el Banco de México sigue la fiesta de las tasas de interés (aumentó a 6.75 por ciento). Total, Agustín ya tiene hueso y se va, pero deja la factura a quienes se quedan. Buen viaje.

Twitter: @cafevega