El escritor nicaragüense recomienda convertir estos hechos en una conmoción
Jueves 18 de mayo de 2017, p. 7
Lo primero que se necesita para que el clamor de justicia de los periodistas mexicanos se escuche dentro y fuera del país es no cansarse en la búsqueda de una movilización de la opinión pública
, recomienda el novelista nicaragüense Sergio Ramírez, colaborador de La Jornada.
No cansarse hasta que estos asesinatos se conviertan en una conmoción
, insiste. Y aclara que no sólo se trata de los homicidios de los corresponsales de La Jornada en Chihuahua, Miroslava Breach, y en Culiacán, Javier Valdez, sino de todos, los más de 100 informadores caídos en la década reciente.
Pero no cansarse
en la exigencia de justicia y verdad para estos delitos contra la libertad de expresión no es tarea simple en un país tan grande como México, tan complejo, complicado y sectorializado
, reconoce el escritor de Masatepe, vicepresidente de su país durante los años de la revolución sandinista.
–¿Cuál tendría que ser la gota que derrame el vaso de la gente frente a esta violencia en México?
–No sé, porque esta violencia existe a la par de un país que sigue funcionando. Matan periodistas, pero hay elecciones en el estado de México y parte de la opinión pública está concentrada en estos candidatos. México sigue funcionando como si fuera un país normal en el que lo institucional sigue andando mientras se asesina a los periodistas. Ésa es la gran contradicción, buena parte de la opinión pública no logra reaccionar ante lo anormal del fenómeno.
Hay que saber tocar esa cuerda mágica que no hemos encontrado para sensibilizar sobre lo que está ocurriendo, sobre esta sangría, frente a la impunidad y la inmunidad de estos grupos del crimen organizado.
Al autor de Margarita está linda la mar y Castigo divino le viene a la mente la gran oleada social de protesta que pudo levantar el poeta Javier Sicilia cuando mataron a su hijo Juan, de 24 años, el 28 de marzo de 2011. Pero ahora no estamos viendo esa repercusión, ese gran eco que entonces se hizo oír
.
Hay denuncias, pero más allá no pasa nada
Y se adelanta a la inevitable pregunta: “¿Cómo le hacemos? ¿Cómo levantamos la voz con suficiente fuerza para ser escuchados por el gobierno mexicano? Cierto que la noticia de cada uno que cae sale en los noticiarios, se publica en los periódicos. Hay algunas denuncias, pero más allá no pasa nada.
“Ninguno o casi ninguno de estos casos ha sido resuelto; en ningún caso se ha presentado a los responsables. Ya es hora de mover a la opinión pública. Los periodistas de todo el mundo se tienen que mover. Algo hay que hacer porque esto es como la roya del café, se contagia de mata en mata. Hay mafias en Argentina, Brasil, Colombia, Centroamérica Y en cualquier momento en esos países y regiones también van a empezar a asesinar periodistas.
–Esto que llamamos genéricamente el narco no existe por generación espontánea, es un sistema que tiene su origen en la corrupción, en las estructuras de gobierno y de justicia, corporaciones de seguridad infestadas por el crimen organizado. Como la roya del café no nace por generación espontánea.
–Por eso digo que es más complicado en México. Y luego hay que tomar en cuenta los factores sociales, la permisividad que tienen los narcos en algunas sociedades, porque los narcotraficantes no son marcianos, viven entre la gente, en las ciudades, con sus familias, insertados en los círculos sociales.
–Pensando en Nicaragua, ¿que no fue el asesinato de Pedro Joaquín Chamorro, director del diario La Prensa, en 1978, uno de los detonantes del levantamiento popular contra la dictadura de Somoza?
Fue uno de los principales detonantes
, rememora el escritor, quien formó parte de la sublevación que triunfó en 1979, pero que con su libro testimonial Adiós muchachos, en 2007, puso fin a su militancia sandinista y a su actividad política. “Pero ahí la situación era distinta, porque fue un asesinato político, fue la gota que derramó el vaso, porque entonces en Nicaragua ya había una gran inconformidad en contra de la dictadura que hasta entonces la gente no había podido articular.
“A Chamorro lo matan porque, además de ser un periodista muy reconocido, en su diario había denunciado la existencia de una empresa que era propiedad de Somoza que se dedicaba a comprar sangre de los más pobres para venderla en forma de plasma a trasnacionales extranjeras. Y esto catalizó la rabia nacional. Cuando lo matan la gente reacciona y lo primero que hace es ir a quemar estas empresas; por primera vez la gente incendia los negocios del dictador, y a partir de entonces eso fue imparable.
–¿Y desde afuera México se ve normal?
–En Centroamérica vemos publicadas las noticias, pero el asesinato de Javier Valdez se publica al lado de la noticia de ese loco de Corea del Norte que anda tirando cohetes y al lado de otra más de las muchas mentiras de Trump, es decir, esto es sólo una parte del carácter escandaloso de la noticia. Y de pronto alguien escribe un artículo diciendo que qué barbaridad lo que está pasando en México donde están matando a los periodistas. Pero eso no es una conmoción, esa es la verdad. Hay que convertir esto en una conmoción.