on Carlos Landeros Gallegos, fino escritor hidrocálido, presentará esta mañana en el Alcázar de Chapultepec el polémico libro Grandeza y decadencia de la fiesta brava, al que ya dio entrada esta sección cultural hace tres semanas. Escrito triste que habla de una fiesta que vivió su esplendor el siglo pasado y tiene un origen perdido en los tiempos.
Estas vivencias las enlazo al pensamiento de Carlos Landeros en su expresión de la Feria Nacional de San Marcos, la número uno en México que año con año se celebra en la provincia de las aguas calientes desde 1830. “En que los jardines dan sombra, los laureles de la India, los fresnos, los monaguillos, los rosales de Castilla en las enramadas, las moreras y algunos árboles de zapote que ofrecen frutos a quienes puedan arrancárselos; el huele de noche, las violetas y el no me olvides que perfuman el ambiente con su aroma. Esas bancas de madera en los caminillos cubiertos de arena, grano metal en las alamedas principales; en el centro del quiosco y en un costado la pila de azulejos; en otro la de cantera, los monumentos, a Elizondo, Esparza Oteo. Por este jardín umbrío también pasearon sus sueños adolescentes el genial Guadalupe Posada; Saturnino Herrán, Manuel M. Ponce, López Velarde y Mauricio Magdaleno. A su vez Parga, Terán y J. María Chávez, Jesús Contreras, Pedro de Alba, Gómez Orozco y tantos más. Mención aparte a Aguascalientes y su feria le han cantado en verso y en prosa poetas como Martín Luis Guzmán, Agustín Yáñez, Antonio Castro Leal, Celestino Gorostiza, Salvador Novo.
Mezcla de atracción y rechazo, recuerdos agridulces que trae el mes de abril y la feria de San Marcos. Para Carlos la feria tiene un encanto especial, quizá el encanto de lo pasado, de cuando era niño o adolescente. Unido al aspecto principal de la feria, las corridas de toros en la vieja plaza San Marcos, escenario de Alfonso Ramírez El Calesero, con su capotillo de oro que fue esencia pura del toreo mexicano.
Esta vieja plaza de toros de Aguascalientes está articulada a los jardines y plazas de esta provincia generadora de artistas y toreros. Carlos, en variaciones al tema, consigue extraer las vivencias y mundo interno de los toreros: Antonio Ordóñez, Conchita Cintrón, Manolo Martínez, Álvaro Domecq, Enrique Ponce, Humberto Moro, José Tomás, Juli, Paco Camino, etcétera. Me llama la atención las realizadas a Rafael Rodríguez, Antonio Lomelín y Antonio Lorca, cronista español del periódico El País en que sobresale su aspecto humano. Los cabales leeremos con gusto este espléndido libro de Carlos Landeros, aficionado chipen.