Opinión
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Los de abajo

¡Justicia!

#S

iMeMatan es el hashtag que las mujeres de México usamos para dignificar nuestra vida y prevenir a la sociedad de la revictimización que gobiernos y grupos conservadores hacen de nuestra muerte. No fue un simple error el cometido por la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México difundir datos (además falsos) sobre la vida de Lesvy Berlín Osorio Martínez, de 22 años, estrangulada con un cable de teléfono en los jardines de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). No, no fue un error, sino el reflejo de un sistema en el que se justifica la muerte de una mujer criminalizándola y acusándola de loca, drogadicta, alcohólica, de salir sola de madrugada, de usar falda corta, de buscarse su muerte.

La procuraduría capitalina hizo lo que sabe hacer: discriminar, difamar, prejuiciar, alterar información. No buscó el esclarecimiento inmediato y mucho menos poner fin al atroz feminicidio, sino culpar a la víctima, lavarse las manos, infundir la vileza de que la responsabilidad es de la mujer por no portarse bien.

La reacción de las mujeres mexicanas no se hizo esperar. En cascada empezaron en redes sociales las reacciones contra la justicia patriarcal. Cuando me maten, dijimos en nuestros espacios, que se sepa que fui una mujer libre, que aborté, que me gustaba usar los pantalones ajustados y la falda corta, que soy madre soltera, que no estudié una carrera universitara, que viajaba sola, que me gustaba beber con mis amigas y amigos, que recorrí las calles de madrugada y sin compañía, que grité, que fumé mota, que viví en unión libre, que tomé terapia y pastillas para dormir.

Que Lesvy no haya sido estudiante de la UNAM no la hace menos que ninguna. Su cuerpo apareció en ese espacio y la máxima casa de estudios tendrá que responder por la vigilancia y seguridad en sus instalaciones. Las campañas universitarias contra el acoso y la violencia tienen hoy un reto enorme. Estar a la altura y no deslindarse es lo que procede.

La lección para los medios de comunicación no es menor. Su irresponsabilidad al difundir información prejuicida y misógina sobre Lesvy los hace cómplices de una política que promueve el feminicidio. Ninguno de los que hicieron eco de la procuraduría es ingenuo ni inocente.

Por lo pronto Araceli Osorio, madre de la joven, está dando la cara por su hija. Lesvy no era alcohólica ni drogadicta ni cuidaperros, aclaró la indignada mujer.

Resultados inmediatos en la investigacion del asesinato de Lesvy, justicia, una disculpa pública a su familia y a todas las mujeres que nos sentimos agredidas por su revictimización, es lo que corresponde a las autoridades. A nosotras, no dejarnos.

www.desinformemonos.org