Reúne 27 óleos y 34 dibujos del pintor
Combina la tradición de la historia del arte occidental con elementos contemporáneos
Viernes 14 de abril de 2017, p. 9
Tijuana, BC.
Es un hombre de piel cetrina, regordete (como todos los de Fernando Botero), clavado en una cruz gigante –al fondo los árboles y los edificios de la gran manzana en una perspectiva más bien naif–, quien recibe a los visitantes en El Cubo, en un óleo sobre lienzo de dos metros, una de las 61 piezas del Museo de Antioquia que después de un recorrido por varias ciudades del mundo llegan a México.
Quizá por ello la primera reflexión no tiene que ver con el dolor o el misticismo, sino con la idea de que si a Jesucristo lo crucificarán hoy, tendría que ser en Central Park para ser noticia.
Visitar Viacrucis, exposición de Fernando Botero que estos días se presenta en el Centro Cultural Tijuana (Cecut), no es precisamente estar frente a la pasión de Cristo según el pintor colombiano. No cuando menos ante ese elemento bíblico tan importante de la cultura occidental.
Esta pasión contemporánea de cuerpos voluminosos y óleos de gran formato y mucho color está compuesta por El beso de Judas, de soldados romanos repartiendo azotes y de cristos cargando una cruz o crucificados, pero el Judas es un hombre bien fajado con reloj de pulsera, el romano es un policía de uniforme verde y macana y el fondo de la escena es muchas veces la calle de un pueblo latinoamericano con sus casas de teja.
En cada uno de los 27 óleos hay un elemento que remite a nuestros días. El mismo pintor vestido de saco y corbata es espectador en El beso de Judas; y ahí está Verónica, de vestido rojo a la rodilla y listón en el cabello o los hombres que en algunas de las caídas auxilian a Jesús. A veces es sólo una mano que se adivina propia de un hombre que viste camisa blanca y saco negro. El catálogo de la exposición nos recuerda que en el artista es habitual integrar la tradición de la historia del arte occidental con elementos contemporáneos
.
Muy de hoy. Las caras redondas de sus vírgenes y santas conectan con la tristeza de la misma manera que esos populares emoticones con exceso de lágrimas que hoy lanzamos por Whatsapp o Facebook a nuestros contactos y amigos para expresar que sufrimos. Y es que sus personajes de perfil son casi siempre más expresivos que los que nos miran de frente.
Acervo del Museo de Antioquia
Los óleos son muy llamativos por su tamaño y colorido, pero las acuarelas y algunos dibujos a lápiz y lápiz de color sobre papel nos hablan más de un hombre que sufre, derrotado ante un policía que lo conduce a garrotazos o lo golpea incluso cuando ya está en el suelo. El desnudo de Cristo, es otra escena del ayer y el hoy.
Las multitudes, como personajes centrales o como espectadores, son un elemento a no perder de vista. Jesús y la multitud, óleo sobre lienzo de 106 por 81 centímetros, remite a la sociedad vociferante, pero también escéptica. No importa que el personaje central sea un hombre de barba que sobrelleva las espinas y suda lágrimas, es un hombre indiferente (a los demás) y como todo nazareno, carga su corona. ¿Quién es este nazareno de Botero?, el hombre de al lado que recorre la exposición, el que espera impaciente al final de la sala –porque, qué tanto les ves
–, ¿el policía de saco, corbata y woki toki que prohíbe tomar fotos?, ¿la madre que exhibe en una manifestación el rostro del hijo desaparecido?, ¿tú?
Viacrucis: la pasión de Cristo permanecerá abierta en El Cubo del Centro Cultural Tijuana todo abril. La muestra de 27 óleos y 34 dibujos reúne obras de 2010 y 2011 propiedad del Museo de Antioquia, al que Fernando Botero la donó como una celebración por sus 80 años, en 2012.