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La salida del estratega ideológico, triunfo del bando tradicionalista, dicen analistas

Trump remueve a Bannon del Consejo de Seguridad Nacional

Sin pruebas, el jefe de la Casa Blanca acusa a Susan Rice de espiar a sus colaboradores

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En imagen de archivo Steve Bannon, asesor político e ideológico de Donald Trump, quien fue alejado ayer del Consejo de Seguridad Nacional. A decir de analistas, su nula experiencia diplomática y en cuestiones de seguridad provocó controversias dentro y fuera de la Casa BlancaFoto Ap
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Como parte de la reorganización del gobierno, el presidente Donald Trump reinstaló ayer al general Joseph Dunford, jefe del Estado Mayor, cuyo papel en la administración había sido relegado a una participación secundariaFoto Afp
Corresponsal
Periódico La Jornada
Jueves 6 de abril de 2017, p. 25

Nueva York.

La Casa Blanca reorganizó una vez más su mando supremo al remover a Steve Bannon, estratega político e ideológico de Donald Trump, del Consejo de Seguridad Nacional, mientras el presidente sigue acusando al gobierno anterior de todo: desde la crisis en Siria hasta la controversia sobre el espionaje político.

En lo que se percibió como un triunfo del bando tradicionalista dentro de la Casa Blanca, Bannon –considerado una especie de Rasputín detrás del trono y figura prominente de la derecha nacionalista populista– fue expulsado del Consejo de Seguridad Nacional (NSC, por sus siglas en ingles), el comité central del Poder Ejecutivo para política exterior y seguridad nacional, de acuerdo con un memorando presidencial. También reinstala en sus papeles anteriores al jefe del Estado Mayor, el general Joseph Dunford, y al director de Inteligencia Nacional, Dan Coats, quienes habían sido relegados a una participación secundaria.

Con ello, el NSC regresa a lo que fue antes de la incorporación de Bannon, cuya nula experiencia diplomática y en asuntos de seguridad nacional provocó controversia dentro y fuera de la Casa Blanca al inicio del gobierno de Trump.

La recomposición fue percibida inmediatamente como un triunfo del nuevo asesor de Seguridad Nacional, el general teniente HR McMaster, quien sustituyó al general Michael Flynn, obligado a renunciar en febrero por ocultar sus interacciones con funcionarios del gobierno ruso.

La disputa sobre el control de información y toma de decisiones entre McMaster y Bannon era secreto a voces, como tantos otros conflictos entre el equipo de Trump, pero se han vuelto cada vez más evidentes ante crecientes crisis como las de Siria y Corea del Norte, y la frecuente incoherencia en declaraciones oficiales sobre toda una gama de temas de lo que se considera seguridad nacional.

McMaster es considerado un tradicionalista en política exterior y seguridad, y más cercano a otras figuras de mayor experiencia dentro del gabinete, sobre todo el secretario de Defensa, James Mattis. Algunos observadores señalan que estos cambios podrían indicar que hay un giro hacia el retorno del poder e influencia a los sectores tradicionales de la alta burocracia de defensa, política exterior e inteligencia en Washington, y que esto logrará imponer mayor orden dentro de la Casa Blanca.

El gobierno buscó rechazar la percepción de que Bannon había sido degradado, con la afirmación de que su papel era supervisar a Flynn, y que, de hecho, no había tenido mucha participación. Más aún, el propio Bannon comentó este miércoles que esta decisión sólo marcó el fin de su tarea de reorganizar el NSC y cambiar su forma de operar desde tiempos de Susan Rice, la asesora de Seguridad Nacional de Barack Obama. Rice operacionalizó al NSC durante la última presidencia. Yo fui colocado ahí para asegurar que fuera desoperacionalizada, y añadió que McMaster la ha regresado a su función apropiada. Algunos argumentan que Bannon, con su misión para desconstruir el estado administrativo, estaba interesado sólo en reducir la burocracia y el alcance del NSC.

A la vez, algunos expresaron dudas sobre el impacto real de la decisión, ya que ahora existe otra entidad dentro del Poder Ejecutivo llamado Grupo de Iniciativas Estratégicas, el cual también se enfoca en asuntos internacionales y de seguridad, y que está al mando de Bannon.

Sin embargo, este nuevo reacomodo interno sólo comprueba que continúan las disputas entre diversos bandos de asesores y funcionarios cercanos a Trump, con gente que circunvala la estructura formal, como el propio Bannon, y aún más notable, Jared Kushner, el yerno de Trump, cuyas tareas asignadas incluyen desde la relación con México hasta la promoción de la paz en Medio Oriente; desde la lucha contra el EI hasta la reforma del gobierno para que opere más como una empresa, entre otras cosas.

Pero con poco más de 70 días en la Casa Blanca, el cambio también alimenta la percepción de una operación que aún no supera su propia desorganización, que ha creado problemas en parte por su ineptitud y los novatos en puestos claves, mezclado con un afán para desmantelar partes del gobierno, mientras continúa viviendo bajo la nube de la sospecha y varias investigaciones por su manejo político y electoral.

El propio presidente genera este ambiente caótico, y este miércoles no fue la excepción: sin ninguna prueba declaró que piensa que la ex asesora de Seguridad Nacional de Obama cometió un delito al buscar las identidades de personas asociadas con Trump que fueron interceptadas en la vigilancia a funcionarios extranjeros por las agencias de inteligencia estadunidenses.

En una entrevista con el New York Times, Trump afirmó: creo que será la noticia más grande. Es una noticia importante para nuestro país y el mundo. Es una de las grandes historias de nuestros tiempos, pero no ofreció mayor detalle, ni dijo qué delito se había cometido, sólo indicó que lo explicará en su debido momento.

Desde ayer, la Casa Blanca había sugerido que Rice había desenmascarado y después filtrado los nombres de asesores de Trump cuyas conversaciones fueron interceptadas por la inteligencia estadunidense mientras espiaba a funcionarios extranjeros. Rice rechazó tajante estas versiones, las calificó de absolutamente falsas y subrayó que nunca había ordenado tal cosa.

Según fuentes oficiales, Rice, como asesora de Seguridad Nacional, podía pedir que las agencias identificaran a los estadunidenses que se habían detectado al intervenir las comunicaciones de extranjeros bajo vigilancia, en este caso funcionarios rusos para propósitos de seguridad y que de hecho no había nada inusual ni sospechoso en tales solicitudes.

Desde que estallaron los potenciales escándalos sobre relaciones entre socios y asesores de Trump con el gobierno ruso, la contraofensiva ha sido culpar de filtraciones ilegales a altos funcionarios del gobierno de Obama, incluidas las propias agencias de inteligencia, y a los medios, por promover noticias falsas. Hoy el presidente criticó de nuevo a los medios por no enfocarse más en cubrir lo que llamó la controversia Rice.

A la vez, en torno a los sucesos en Siria, Trump reiteró su acusación al gobierno de Obama por no haber actuado de manera más decisiva con ese régimen. Y, en un aparente giro en sólo 24 horas, indicó que mi actitud hacia Siria y (Al) Assad ha cambiado mucho, como resultado del ataque inaceptable con armas químicas, y que había sido conmovido por la muerte de tantos niños inocentes. Sin embargo, no ofreció ninguna indicación de qué hará, o si está considerando acciones militares

Mientras tanto, Nikki Haley, embajadora ante la Organización de Naciones Unidas, criticó a Rusia en una sesión de emergencia del Conejo de Seguridad, por frenar una resolución de condena a Siria, y advirtió que cuando la ONU fracasa en actuar de manera colectiva, hay momentos en la vida de los estados en que estamos obligados a emprender nuestras propias acciones.

En tanto, no cesan las revelaciones, investigaciones y sospechas sobre Trump y sus socios, desde violaciones de conducta ética y conflicto de intereses del presidente y su familia en torno a sus negocios, hasta las relaciones con intereses rusos, lo cual promete que este gobierno no logrará alguna normalidad en el futuro cercano.