atar al periodista es matar al inocente. En una pieza de literatura estadunidense, el padre regala rifles de aire comprimido a sus hijos para que aprendan a disparar, pero como sabe que comenzarán a tirar a los pájaros, aun dentro de su ánimo belicista encuentra necesario hacer una recomendación: No maten al ruiseñor, ése es inocente
. Frente a las armas y la creciente colusión narco-Estado, periodistas como Miroslava Breach están indefensos. Pero, además, son radicalmente inocentes, porque de nada son culpables quienes con su oficio muestran hasta qué punto gobiernos y policías están ahora en simbiosis con los grandes corporativos de la droga, y tampoco culpables quienes tienen la calidad ética suficiente para no entrar en componendas y lisonjear a los poderosos. Son, además, indispensables, porque este escéptico y, al mismo tiempo, esperanzado país, necesita saber a fondo cuáles son las circunstancias que lo están determinando, para poder cambiar también radicalmente. Para la salud de una república que quiera crecer vigorosa, se necesita un enorme sustrato de personas bien informadas y crítica y políticamente reflexivas. Esta es una tarea de quienes no son culpables de lo que ocurre en el país, pero quieren cambiarlo.
Y es precisamente en este espacio que, como proyecto, coinciden periodistas y universitarios. El periodismo de fondo no consiste en producir notas como información descontextualizada, entretener u orientar
la opinión pública, sino ofrecer desde la multiforme realidad cotidiana del país un material valiosísimo para la reflexión de los mexicanos. Y la universidad no se define como una fábrica de egresados o como la venta de investigaciones, cursos y servicios culturales, sino un espacio donde, por medio de los jóvenes y no tan jóvenes que acceden al conocimiento superior, la sociedad se vea a sí misma a través de la lente de muy distintas disciplinas y profesiones.
Frente al poder ambos grupos sociales sólo tienen la palabra, y por eso la construcción de argumentos. Pero, al mismo tiempo, en ciertos brillantes momentos que ocurren nunca se sabe cuándo, comparten el profundo poder que sólo dan el conocimiento y la cultura. Y con eso aquí y allá han tumbado gobiernos, creado instituciones y corrientes de pensamiento y abierto el paso a profundas transformaciones sociales. Con eso se puede crear una fuerza como la que ahora ha impedido que Ayotzinapa y el desgarramiento del país queden sumidos en el silencio.
En el caso de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM), las palabras de apoyo de muchos precisamente en los medios; una manifestación cultural en la calle, con orquesta sinfónica, ensamble coral, grupos artísticos, y el argumento contundente de lo que acordó la Cámara de Diputados, facilitaron que la Secretaría de Educación Pública (SEP) se comprometiera firmemente a no descontar un solo peso del subsidio federal otorgado por los diputados. Esta excelente noticia permitió hacer un ofrecimiento mayor a nuestros trabajadores, evitar una huelga de pronóstico reservado y eludir, así fuera momentáneamente, una convergencia de fuerzas que, como ocurre casi constantemente, tienen en la mira a esta institución. Momentáneamente, porque todavía sigue en pie el recorte de recursos efectuado por la Asamblea Legislativa, a pesar de que pasa por alto claramente la ley que mandata que su presupuesto nunca será menor que el del año previo
(Ley de la UACM, artículo 23). Legislación, por cierto, aprobada por la misma asamblea.
El descuento no sólo se mantiene, sino que, además, ahora se perfila a modo de respuesta que el rector debe ser llamado a cuentas. Aunque la explicación que da la diputada promotora es que se trata de una simple e inocente curiosidad, no deja de llamar la atención que sea ella la protagonista de una campaña constante contra la UACM y que uno de los argumentos para ir a la huelga era la supuesta existencia de un enorme subejercicio, y ahora se quiere que este tema sea retomado en la asamblea. Con el apoyo federal y del Gobierno de la ciudad, la UACM ha obtenido recursos para un ambicioso plan de obras que está por concluir, y de esos recursos se habla. ¿No se quiere que la UACM crezca? Llama la atención también que el supuesto subejercicio fue uno de los argumentos para inclinar a la huelga y ahora casualmente
se pretenda insertar a la asamblea en ese mismo tema. Desde hace años, sin embargo, como todos los titulares de organismos públicos, la representación de la UACM acude a esa instancia legislativa y en mesa de trabajo responde públicamente las innumerables preguntas de los diputados. Sólo en una ocasión un organismo ha sido llamado aparte, con dedicatoria especial, y fue precisamente la UACM, a finales de 2009. En contraste con lo que sucede en la asamblea, en el ámbito federal a nuestro reclamo no se respondió enviándonos a comparecer a la Cámara de Diputados, simplemente se resolvió. Finalmente, que en el centro de educación superior del país, la Ciudad de México, el órgano legislativo que aprueba el presupuesto no respete su propia legalidad y reduzca un presupuesto envía un pésimo mensaje a los rectores y universitarios del país. ¿Qué partido asume la responsabilidad?
*Rector de la UACM