Lunes 27 de marzo de 2017, p. 32
Chilpancingo, Gro.
El obispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Salvador Rangel, afirmó que está dispuesto a mediar entre los grupos del crimen organizado y el gobierno del estado, a fin de alcanzar la paz en el estado, donde este año han sido asesinadas cerca de 500 personas.
En conferencia de prensa, el representante de la Iglesia católica dijo que debido a que algunos sacerdotes fueron amenazados por miembros de organizaciones delictivas, se reunió con representantes de éstos.
“Me he reunido con cuatro grupos de la zona de la sierra. De Acapulco y de la parte oriental también, y con los del sur, pero me falta la parte norte, donde no ha habido condiciones para acercarnos y es donde ha habido más crímenes. En Chilpancingo se me ha hecho más difícil porque hay varios seudogrupos y es más peligroso, porque los grupos le hacen al narco y al secuestro”, agregó.
“Se tiene que abrir un diálogo. Las diócesis acordaron un proyecto por la paz, la reconciliación y la misericordia. Me vi en la necesidad de hablar con esas personas (líderes del crimen organizado) porque algunos sacerdotes estaban siendo amenazados por la delincuencia organizada.
Ellos me atendieron. Me dijeron que quieren el bien de la gente, ya que, por decirlo de alguna manera, la parte oriental de Guerrero y la parte occidental, han estado muy descuidadas.
Agregó que los grupos criminales están molestos porque el gobierno no ha podido o no ha querido desarrollar proyectos de caminos y de vivienda. Me acerqué a esas personas para ayudar como sacerdotes, catequistas y seminaristas
.
Aunque sean los malos, se tienen que escuchar sus razones
Salvador Rangel afirmó que si el gobierno se lo pide podría ser interlocutor. Si las partes lo solicitan, estoy dispuesto a dialogar para encontrar la paz. No ha sido con todos (los grupos delincuenciales). Me falta un grupo al que no he podido acercarme ni ellos a mí; pero con 70 u 80 por ciento sí hemos dialogado. No les puedo decir nombres, porque es muy peligroso para mí. Ustedes ya saben quiénes son
.
Insistió en que el gobierno sabe bien quiénes son y dónde están. El asunto es que no hay voluntad (del gobierno). Ellos se sientan en el lado derecho y son los buenos, los que tienen la ley en la mano, y según ellos la ley no puede dialogar ni transar con los malos. Yo diría que aunque sean los más malos, se tienen que escuchar sus razones. ¿Por qué no hablar civilizadamente con esos grupos y llegar a ciertos arreglos?