Armando Fonseca dota de color los poemas de María Baranda en Un ajolote me dijo
El arte es la posibilidad de mirar todo de manera distinta
, señala en entrevista
Lunes 27 de marzo de 2017, p. 7
La tinta y la filosofía del pincel del ilustrador Armando Fonseca (Ciudad de México, 1989) juguetean entre los poemas de María Baranda (Ciudad de México, 1962), para celebrar la riqueza faunística de América Latina en el libro Un ajolote me dijo, publicado por la editorial Castillo.
Una estrella fugaz cruza el cielo y lo mismo sorprende a un jaguar que al pequeño lector que recibe una invitación a viajar a través de la palabra y la imagen por el continente y sus animales únicos.
Los ilustradores jugamos todo el tiempo con la realidad; el arte es crítico, pues lo que en apariencia es inamovible, o una realidad impuesta, cambia. El arte es la posibilidad de mirar todo de manera distinta
, dice a La Jornada el joven Fonseca, quien luego de sus estudios de filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México se metió de lleno al oficio de crear imágenes para acompañar textos literarios.
Discípulo de su colega Gabriel Pacheco, quien al ver su trabajo intuyó un gran potencial en el entonces estudiante de filosofía, Armando cuenta que durante un taller, su mentor le preguntó si se quería dedicar a la ilustración o sólo estaba jugando. “Fue muy fuerte su cuestionamiento, porque me hizo plantearme en ese momento qué iba a hacer de mi vida; yo estaba a la mitad de la carrera.
“Le dije que sí, un poco titubeante, y él se convirtió en un maestro, en un guía que me motivó y ayudó para presentar mi trabajo a algunas editoriales. Me siguió haciendo preguntas hasta que me invitó a una estancia en Buenos Aires en 2014, donde comencé a trabajar en algo muy propio. Así surgió el proyecto Tuna, álbum ilustrado que parte de un sueño recurrente de infancia.
“Tuna aborda la niñez como esa fruta que puede parecer áspera, pero en el fondo es dulzura. La maqueta está lista, sólo falta encontrar una editorial.”
La colaboración con María Baranda, embajadora de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil 2017, se dio gracias a que la editorial Castillo conoció el trabajo del ilustrador en Internet. Así le pidieron también que ilustrara el libro La voz de Malintzin, de Idalia Souto, para la editorial de la Fundación Armella.
Me gusta pensar que los ilustradores producimos imágenes que necesitan ser completadas por el lector; es decir, que el público participe de manera activa con su imaginación, sobre todo para que tenga sentido para él
, continúa.
Armando realiza la mayoría de sus trabajos en tinta, cuyas posibilidades descubrió cuando en un taller le pidieron que ilustrara un animal. Se pasó muchas horas tratando de hacer un jaguar, sin que el resultado lo convenciera, hasta que, con fastidio, tiró a la hoja en blanco una mancha de tinta, y luego otra.
“¡Fue un descubrimiento!, añade, pues entre la mancha y linea se me abrió un mundo, encontré una voz que me guió en esa búsqueda que todavía sigue; es como un tartamudeo apenas, pero ya tengo una intuición, por ahí he seguido.
“Mucho tiempo también me debatí entre la ilustración y la pintura, porque la primera desemboca en un libro y la pintura es un ejercicio mucho más abierto, más constituido culturalmente; pensaba que eran dos caminos distintos, pero me di cuenta de que la creación artística te puede llevar tanto a la pintura, como al grabado, o a la ilustración, eso es lo interesante.
“Lo que para mí hace que este oficio tenga sentido es esa posibilidad de transformar la realidad, sobre todo porque no concibo el trabajo artístico separado de una ética o como algo meramente contemplativo. El arte debe cuestionar la realidad, también un sentido político.
Por eso me entusiasmó este proyecto con María Baranda, porque el ajolote es, en primera instancia, un animal en peligro de extinción, luego, es muy mexicano, un animal de muchas máscaras, que no tiene una identidad fija. En este libro el ajolote se transforma en muchos otros animales, todos endémicos de América Latina.
Armando Fonseca forma parte del grupo de 12 ilustradores mexicanos que participarán en septiembre en la 26 Bienal de Ilustración de Bratislava, Eslovaquia; también realizó una residencia de producción en Centro de las Artes de San Agustín Etla, en Oaxaca (CaSa). Desde 2011 imparte talleres de ilustración, dibujo y pintura a niños y jóvenes en la Casa de la Cultura de San Pedro Mártir, en la Ciudad de México. Fue tallerista invitado en la Feria Universitaria del Libro de la Universidad Autónoma de Nuevo León UANLeer 2017.