El incremento se suma a la ‘‘práctica generalizada’’ de la tortura, advierten
Activistas lamentan la falta de independencia y autonomía de los órganos de procuración de justicia
Viernes 24 de marzo de 2017, p. 13
A la ‘‘práctica generalizada’’ de la tortura en el país se suma una ‘‘alarmante tendencia al alza’’ en el número de casos de desaparición forzada, ejecuciones y detenciones arbitrarias, que son otras violaciones graves a los derechos humanos.
Al presentar el Análisis sobre los patrones de tortura usados en México y los impactos en los sobrevivientes de esta práctica, expertos y activistas afirmaron que no sólo existe una ‘‘enorme deficiencia y demora’’ en la aplicación de los Protocolos de Estambul, sino que ‘‘no hay voluntad política’’ para castigar este ilícito, pues no existe independencia ni autonomía de los órganos de procuración de justicia ni periciales.
Insistieron en el uso del Protocolo de Estambul, manual multidisciplinario reconocido a escala internacional para corroborar si se cometieron o no actos de tortura.
Edith Escareño y Javier Enríquez Sam, del Colectivo contra la Tortura y la Impunidad (CCTI), explicaron que el reporte analiza cuantitativa y cualitativamente la información obtenida de 50 personas –10 mujeres y 40 hombres– a quienes se realizó el dictamen médico-sicológico basado en el citado protocolo entre 2006 y 2016, pero el colectivo que reúne a peritos independientes tiene más de 500 casos.
Enríquez Sam destacó que la mayoría de las personas a quienes se les practicó el peritaje estaban o están encarceladas en penales de máxima seguridad o estatales. Todos los hechos de tortura han ocurrido en el contexto de la llamada guerra contra el narcotráfico, para vincular a la persona al crimen organizado obteniendo confesiones autoinculpatorias, y en contra del movimiento social, como elemento desestabilizador de la organización popular. En las detenciones han participado por igual elementos de corporaciones policiacas o integrantes de las fuerzas armadas.
Entre los métodos de tortura más comunes están patadas con las botas de los perpetradores en el cuerpo y cabeza de la víctima, con casi 70 por ciento de los casos analizados. Otro método es la asfixia mediante bolsas de plástico en la cabeza, con más de la mitad de casos, de la cual difícilmente se encuentran huellas.
‘‘El uso de armas es común para golpear, amenazar o hacer simulacros de ejecución. En algunos otros casos se usa como parte de los métodos la tortura sexual, pasando un arma por los genitales o los glúteos de la víctima, seguido de amenazas tanto a la integridad del individuo como la de su familia; estas prácticas tampoco dejan huellas físicas’’, señala el reporte.
Los especialistas expresaron que son múltiples y a veces permanentes las secuelas sicológicas y físicas que deja la tortura en las personas sobrevivientes.