Viernes 24 de marzo de 2017, p. 7
Buenos Aires.
El argentino Rodolfo Walsh, ícono del periodismo de investigación en Latinoamérica, se encontraba repartiendo copias de su Carta abierta a la Junta Militar cuando hace 40 años un comando del ejército le tendió una emboscada en una avenida de Buenos Aires y lo hirió mortalmente.
El cuerpo acribillado a balazos de Walsh fue trasladado al centro clandestino de detención en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) y luego nunca apareció. El periodista, escritor, intelectual y militante integra la numerosa lista de desaparecidos de la dictadura argentina (1976-1983).
Su obra más emblemática, Operación Masacre (1957), se gestó a partir de una frase que Walsh escuchó en un bar: Hay un fusilado que vive
. Y es señalada como iniciadora del género de nonfiction novel o novela testimonio, ya que precedió por poco menos de una década a A sangre fría, de Truman Capote. Esa crónica novelada significó un hito para el periodismo y también en la propia vida de Walsh. Haciéndola, comprendí que, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior
, escribiría Rodolfo Walsh.
Al momento de ser acribillado el 25 de marzo de 1977, Walsh, de 50 años, participaba de la Agencia de Noticias Clandestina (Ancla), que había creado meses antes para romper el cerco informativo.