Revolucionarios, líderes sociales de izquierda, personalidades de las letras, las artes, la cinematografía y estampas citadinas se fundieron en un extenso agradecimiento de la escritora Elena Poniatowska Amor, al recibir ayer en la Asamblea Legislativa (ALDF) el título de Embajadora Turística de la Ciudad de México, junto con la chef Susana Palazuelos de Wichtendahl y el empresario Carlos Slim Domit.

Emiliano Zapata, Francisco Villa, el dirigente ferrocarrilero Demetrio Vallejo con sus 11 años en Lecumberri y Santa Martha; Rosario Ibarra de Piedra y su lucha con las madres de los desaparecidos, que abarcan los años de 1974, 41 largos años, hasta 2015 de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, fueron motivo de gratitud junto con Juan Rulfo, Diego Rivera y Tin Tan, en el mensaje que dirigió desde la tribuna.

Destinado a quienes han promovido y fomentado el turismo en la ciudad, Poniatowska compartió además el reconocimiento con el presidente de la Asociación Mexicana de Agencias de Viajes, Fidel Ovando Zavala, y el empresario Miguel Alemán Magnani, quien envió a un representante.

Agradeció de entrada a su madre Paula Amor Iturbe Escandón por haberla traído a esta ciudad en 1942, a la casa de torreones en Berlín 6, que acondicionó su abuela Elena Iturbe para alojarlas, y extendió su agradecimiento a las calles de la colonia Juárez, el Paseo de la Reforma y sus ahuehuetes, el olor de la panadería y sus repartidores que iban en bicicleta con una inmensa canasta en la cabeza y nunca se caían.

Pronunció también su gratitud a Guillermo Haro, el astrofísico de Tonantzintla, a quien le hice una entrevista, me trató muy mal y para vengarme me casé con él.

A Lázaro Cárdenas, “que nos escrituró el petróleo que ahora saquean 30 años de políticas privatizadoras. Sumó al Subcomandante Marcos, Tina Modotti, Evangelina Corona y las costureras sacadas de escombros de talleres clandestinos en los terremotos de 1985, el pintor Fancisco Toledo y los escritores José Revueltas, José Emilio Pacheco, Renato Leduc y Rosario Castellanos, con María Victoria, Jorge Negrete y Pedro Infante, entre otros para finalizar con sus hijos, Jean –fallecido a los 21 años–, Mane, Felipe y Paula, así como a su padre, el capitán Juan Poniatowski, héroe y soldado quien combatió en la peor batalla de la Segunda Guerra Mundial, la de Montecasino, y tuvo el buen tino de casarse con mi madre y hacerme a mí.

Slim Domit manifestó por su parte el orgullo de haber nacido en esta ciudad, una de las mejores del mundo, cuyo origen está plasmado en el Escudo Nacional, y su historia colonial la plasmó en su obra Guillermo Tovar, en tanto que García Marquez escribió aquí Cien años de soledad.

Es también una ciudad con muchos rezagos, con carencias y con pendientes, pero que tiene muchas cosas de las cuales sentirse orgullosa, como una de las mejores universidades del mundo, sus institutos nacionales de salud, museos, gastronomía, sus programas sociales, como el de atención a los adultos mayores. En fin, tantas y tantas cosas de las cuales debemos no nada más sentirnos orgullosos, sino comprometidos y corresponsables para que siga siendo una ciudad líder en tantas cosas.