Opinión
Ver día anteriorJueves 23 de marzo de 2017Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Liberalismo contra populismo
L

a convención bancaria que se inició ayer en Acapulco decidió que el tema central de su octagésima reunión fuera precisamente el análisis y discusión de si prevalecerá el liberalismo con el que se ha venido conduciendo la economía global y, por supuesto, la mexicana, o será sustituido por políticas populistas. Se trata de un debate que recorre el mundo entero, que ha conducido a que electores de diversas latitudes apoyen propuestas enfrentadas al modelo económico neoliberal prevaleciente, llevándolos a votar por lo que algunos denominan políticas populistas. Primero el Brexit y luego Trump han colocado esta discusión en el centro de las preocupaciones políticas y económicas.

En cada proceso electoral nacional parece estar presente esta disyuntiva: proseguir la ruta económica en la que la economía global se ha movido en los pasados 35 años, o bien modificar la ruta corrigiendo aspectos centrales del modelo económico imperante. Pese a que esto ocurre en diferentes países, las soluciones planteadas por las distintas corrientes políticas nacionales presentes difieren ampliamente. No es lo mismo la propuesta que ganó la elección estadunidense en noviembre pasado, o la que está planteando Marine Le Pen en Francia, que los planteos que ha hecho Podemos en España o los de López Obrador en nuestro país, por más que a todas se les califique de populistas.

El punto central del debate es el mismo: el fracaso de la globalización neoliberal. Este fracaso está claramente marcado por el reconocimiento de que con la globalización hubo muchos perdedores y muy pocos ganadores. La propuesta neoliberal planteaba que el mundo entero se vería favorecido si se dejaba que los mercados funcionasen libremente, lo que indiscutiblemente no ha ocurrido. Desde que se aplicaron las reformas orientadas al mercado, quedó claro en las economías en desarrollo que el impacto sería negativo. De allí que, como escribiera Stiglitz, hubiera muchos opositores a estas reformas.

Lo interesante es que a esos opositores de las economías en desarrollo se unieron quienes perdieron con la globalización en los países desarrollados. Los trabajadores industriales y buena parte de los asalariados de estos países han vivido una importante reducción de sus ingresos, que ha llevado a que incluso disminuyan indicadores generales de bienestar como la esperanza de vida. Según datos ya muy conocidos, en Estados Unidos en 90 por ciento de los hogares el ingreso se ha estancado desde hace casi 35 años; el promedio de los salarios reales está en el nivel de hace 42 años. Al mismo tiempo el ingreso del uno por ciento más rico de la población, y mucho más el de 0.01 por ciento en el tope de la distribución, ha aumentado espectacularmente.

Además de esto, el ciudadano común de los países avanzados ha sido testigo de que quienes provocaron la crisis económica que se inició en 2008 fueron rescatados por los gobiernos. Los banqueros y los grandes empresarios no perdieron con la crisis, en tanto que millones de trabajadores perdieron sus empleos y mucho de ellos también perdieron sus viviendas. Esto fue así porque las reglas del juego económico están diseñadas para favorecer a banqueros y a empresarios corporativos. De modo que si las cosas van bien a ellos les va muy bien, pero si van mal a ellos no les afecta porque sus respectivos gobiernos intervienen y les rescatan.

Hacen bien los banqueros en ocuparse de discutir si persistirá el modelo neoliberal. Y harían bien en aceptar el agotamiento de un modelo que tanto los ha beneficiado. Deberán entender que no se trata de cuestionamientos momentáneos a este modelo. Se trata de un modelo que ha entrado en crisis provocada, porque en los países cuyos gobiernos impulsaron globalmente las reformas de mercado, contingentes importantes de sus asalariados han optado por propuestas nacionalistas, con claras connotaciones proteccionistas. Su avance marcará el retroceso de ese modelo globalizador ya que modificará la liberalización de los mercados.