Revelan que Manafort, su ex jefe de campaña, trabajó para promover intereses de Putin
Hoy, votación contra el Obamacare que podría dejar a 14 millones sin seguro médico en EU
Jueves 23 de marzo de 2017, p. 28
Washington.
El gobierno de Donald Trump permanece bajo una nube oscura de escándalo mientras impulsa medidas para desmantelar programas sociales, anular acuerdos y normas ambientales, revocar la reforma de salud y proceder con la ofensiva antimigrante, con nuevas versiones de que socios y asesores del presidente trabajaron para intereses rusos.
Este miércoles se reveló que el ex jefe de campaña de Trump, Paul Manafort, trabajó secretamente para un multimillonario ruso con el fin de promover intereses del presidente Vladimir Putin, hace una década, reportó en exclusiva la agencia Ap. Eso contradice afirmaciones de Manafort y funcionarios de la Casa Blanca de que él jamás ha trabajado para intereses rusos.
Manafort elaboró una estrategia para minar el sentimiento anti ruso en las ex repúblicas soviéticas y para influir en política y medios dentro de Estados Unidos de manera favorable para los intereses del gobierno de Putin. El trabajo comenzó en 2005 y el siguiente año firmó un contrato anual por valor de 10 millones de dólares con el multimillonario Oleg Deripaska, íntimo aliado del presidente ruso. La agencia Ap obtuvo documentos elaborados por Manafort y registros de pagos electrónicos por millones de dólares para sus servicios.
En comentarios a Ap, el senador republicano Lindsey Graham calificó de muy preocupantes
estas revelaciones si son comprobadas. Eso es básicamente cobrar dinero para frenar la promoción de democracia, y eso sería muy perturbador para mí
.
Por separado, Manafort fue acusado por un legislador ucranio de intentar ocultar pagos que recibió del partido del ex presidente de Ucrania Viktor Yanukovych, quien ahora está refugiado en Rusia y enfrenta acusaciones de corrupción en su país.
La Casa Blanca ha buscado distanciarse de Manafort en días recientes –aunque fue jefe de campaña durante cinco meses, el vocero de la Casa Blanca Sean Spicer comentó que había desempeñado un papel limitado durante un tiempo muy limitado
en la campaña– y también del ex general Michael Flynn, quien fue despedido por Trump como asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca por ocultar contactos con el embajador ruso en Washington cuando era asesor del entonces candidato.
A la par, el actual procurador general de Justicia, Jeff Sessions, ha tenido que retirarse de la investigación sobre la mano rusa en la elección, ya que él también ocultó un par de reuniones con el mismo embajador ruso en este país el año pasado.
A la vez, continúan varias investigaciones sobre los vínculos de varios integrantes del equipo de Trump con diplomáticos rusos. El jefe de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), James Comey, confirmó esta semana que su agencia ha estado investigando la interferencia del gobierno ruso en el proceso electoral estadunidense desde julio, incluida la posible coordinación entre los rusos y la gente de Trump. Dos comités del Congreso también realizan investigaciones sobre la mano rusa en la elección.
Se considera que estas investigaciones seguirán por lo menos algunos meses más, lo cual implica que permanecerá buen tiempo la nube controversial bajo la cual nació esta nueva administración.
Pero para complicar aún más las cosas, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el republicano Devin Nunes, fue este miércoles a la Casa Blanca para informar personalmente a Trump que había indicaciones de que la inteligencia estadunidense había captado comunicaciones de Trump y su equipo de transición presidencial en operaciones de vigilancia de extranjeros durante la transición.
En numerosas ocasiones la comunidad de inteligencia coleccionó de manera incidental información sobre ciudadanos estadunidenses involucrados en la transición de Trump
, comentó Nunes a medios. El acopio incidental
es inteligencia captada como parte del espionaje contra objetivos extranjeros que por alguna razón entraron en comunicación con estadunidenses, en este caso Trump o su gente, que no eran objetivos de este espionaje. Se negó a revelar sus fuentes y se limitó a decir que era gente confiable que pensaba que se debería conocer que estaba circulando esta inteligencia
.
Poco después, el presidente Trump comentó que se sentía algo
reivindicado por la información, en referencia a su explosiva acusación de que sus teléfonos de la Torre Trump habían sido intervenidos, algo que ha sido refutado desde entonces por la FBI, el Departamento de Justicia y agencias de inteligencia.
De inmediato demócratas y críticos opinaron que esto podría haber sido parte de una maniobra para rescatar
al presidente de su acusación sin evidencias de que había sido espiado por el gobierno de Barack Obama.
Mientras tanto, a pesar de todas estas controversias, la Casa Blanca sigue acelerando el esfuerzo para implementar la agenda política.
Este jueves está programado un voto clave en la Cámara de Representantes para anular buena parte de la reforma de salud impulsada por Barack Obama y sustituirla con un proyecto de ley que podría resultar en que unas 14 millones de personas pierdan su seguro (y doblar ese número en 10 años) y a la vez resultara en una dramática reducción de impuestos para los sectores más ricos del país.
Continúan las acciones agresivas de las autoridades migratorias, como presentarse en edificios de tribunales y cerca de escuelas para detener a indocumentados. A la vez, se informó oficialmente que el gobierno emitirá informes semanales sobre jurisdicciones que se nieguen a cooperar con las autoridades migratorias federales, o sea, hacer una lista de pueblos, ciudades y otras entidades que se identifican como santuarios
que no participen en la persecución de inmigrantes indocumentados.
A la vez, se continúan eliminando normas y hasta oficinas dedicadas a proteger el medio ambiente, y se desmantelan medidas para abordar el cambio climático.
Tal vez en el único rubro donde no ha enfrentado problemas el nuevo gobierno es en el proceso de ratificación del juez Neil Gorsuch, nominado por Trump para ocupar el puesto vacante de la Suprema Corte. Se espera que esta nominación prosperará sin demora y con ello sellará el control conservador del máximo tribunal nacional.
El índice de popularidad de Trump sigue en los niveles más bajos en la historia moderna para un nuevo presidente. En el sondeo más reciente de Gallup, su aprobación se desplomó a 37 por ciento –el más bajo desde que llegó al puesto hace un par de meses– con 58 por ciento que desaprueba su gestión.