James Comey asegura a congresistas que no hay pruebas del espionaje de Obama
Se analiza cualquier vínculo entre los miembros de la campaña del magnate y el Kremlin
Lo que todos deberían investigar es la filtración de información clasificada
, exige Trump
Martes 21 de marzo de 2017, p. 22
Washington.
El director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) confirmó este lunes públicamente que existe una investigación sobre la interferencia rusa en la elección presidencial estadunidense, que incluye una posible coordinación entre el Kremlin y el equipo de campaña del entonces candidato Donald Trump, y desmintió al presidente al afirmar que no hay evidencia de su acusación respecto de que su predecesor ordenó la intervención telefónica de sus oficinas en la Trump Tower.
En una audiencia ante el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el jefe de la FBI, James Comey, declaró que su agencia en general no comenta sobre investigaciones en curso, pero que en este caso el Departamento de Justicia lo autorizó a confirmar que se realiza una investigación de contrainteligencia sobre la interferencia rusa en la elección estadunidense y que ésta fue iniciada en julio del año pasado.
Informó que la investigación cubre la naturaleza de cualquier vínculo entre individuos asociados con la campaña de Trump y el gobierno ruso, y si hubo cualquier coordinación entre la campaña y los esfuerzos de Rusia
. Agregó que incluye también una evaluación sobre si se cometieron delitos
.
Comey y Mike Rogers, director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) que lo acompañó en la audiencia, afirmaron que no hay evidencia de que la interferencia rusa haya cambiado votos en la elección. Casi de inmediato Trump envió un mensaje por Twitter en el que afirmó: la NSA y la FBI informan al Congreso que Rusia no influyó en el proceso electoral
. Sin embargo, más tarde en la misma audiencia, Comey indicó: no era nuestra intención
señalar que las acciones de Rusia no tuvieron impacto sobre la elección.
Antes que empezara la audiencia, Trump ya había descalificado la investigación sobre Rusia, al aseverar en un tuit que no existe ninguna prueba de que él conspiró con Rusia y que cualquier afirmación cotraria es noticia fabricada
. Reiteró su acusación de que los demócratas han fabricado esa historia como excusa por haber realizado una terrible campaña (electoral)
.
De hecho, a lo largo de la audiencia de más de cinco horas, Trump no dejó de comentar en su cuenta de Twitter sobre lo ocurrido, y hasta en un momento dado atacó a Comey por negarse a informar si él comentó elementos de la investigación sobre la interferencia rusa con Obama el año pasado.
Los republicanos fueron obligados a ceder a la necesidad de abrir una investigación legislativa sobre la interferencia rusa en la elección, después de que en un informe en enero las agencias de inteligencia de Estados Unidos concluyeron que eso ocurrió, y después de que los medios revelaron que Michael Flynn, el primer asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca (y antes asesor de campaña de Trump), ocultó contactos con el embajador ruso en Washington, por lo cual fue despedido, y que el ahora procurador general Jeff Sessions omitió informar que también tuvo contactos con ese mismo embajador como senador y también asesor de esa campaña.
Pero los republicanos están tratando de cambiar el enfoque de la investigación hacia las filtraciones a la prensa sobre el asunto. Si Rusia intentó influir en nuestro proceso democrático es increíblemente importante, y parte de eso podría llegar a tener el nivel de un delito, pero otra parte no. Una cosa en la que usted y yo estamos de acuerdo es sobre la difusión delictiva de material clasificado; eso es definitivamente un delito
, dijo en la audiencia el representante republicano Trey Gowdy.
Trump hizo eco de esto en otro tuit esta mañana, cuando declaró: la historia real que el Congreso, la FBI y todos los demás deberían indagar es la filtración de información clasificada. ¡Se tiene que encontrar al filtrador ahora!
En torno a la explosiva acusación de Trump de que el entonces presidente Barack Obama había intervenido sus teléfonos en sus oficinas de la Torre Trump en octubre del año pasado, poco antes de la elección, Comey declaró este jueves: “no tengo información que respalde esos tuits” de Trump, y aseguró que el Departamento de Justicia tampoco. Agregó que ningún presidente tiene autoridad para ordenar ese tipo de vigilancia electrónica, y explicó que desde los años 70 existe un proceso riguroso para solicitar autorización para intervenir comunicaciones de cualquier estadunidense, y que eso sólo puede hacerse con la orden de un juez en un tribunal especializado, según la ley conocida como FISA.
Más aún, Rogers también rechazó este lunes la versión de que la inteligencia británica espió a Trump a solicitud de Obama –otra acusación de la Casa Blanca–, al afirmar que eso sería imposible.
Con estos desmentidos tajantes de la acusación que hizo Trump hace dos semanas, a los cuales también se han sumado el Departamento de Justicia, ex jefes de inteligencia y el propio Obama, la presión sobre la Casa Blanca para ofrecer una disculpa se intensificó –algunos legisladores republicanos ya lo han solicitado–, pero no hay ninguna señal de que Trump esté dispuesto a hacer tal cosa.
Se citó a una audiencia más sobre el tema de la interferencia rusa en las elecciones ante este mismo comité; también habrá audiencias sobre lo mismo en el Comité de Inteligencia del Senado. Se prevé que la investigación de la FBI continúe unos meses más.
Suprema Corte
Este lunes arrancó el proceso de ratificación del juez Neil Gorsuch, nominado por Trump para la Suprema Corte ante el Comité Judicial del Senado. Se espera que los republicanos, con su mayoría, ratificarán al juez federal, pero los demócratas tienen la intención de pintarlo como un conservador que ha favorecido a intereses empresariales y que podría poner en jaque la legalización del aborto, derecho ganado en 1973 y bajo ataque por conservadores desde entonces.
Si, como se espera, Gorsuch es ratificado, otorgará una mayoría conservadora de cinco jueces al máximo tribunal del país, contra cuatro liberales moderados.