asi dos meses cumple ya el inefable Trump en la presidencia estadunidense, período suficiente para constatar que sus furias, odios y fobias contra casi todo, todos y todas son absolutamente genuinas, y con especial énfasis de aversión a los mexicanos, migrantes o no, y a nuestro país.

El muro de Trump no es sólo una barda, es una definición política de las nuevas relaciones de Estados Unidos con México y América Latina, y por extensión con Asia, Africa, y el mundo musulmán. Somos sus invasores, quienes secuestran sus empresas, roban sus empleos, violentan a sus pacíficos ciudadanos, degradan su nivel de vida, afean el paisaje, y ofenden su supremacía racial.

Pero si lamentable es el masiosare del norte, frustrante es el pasmo y la incapacidad de respuesta exhibidos por el gobierno mexicano que, salvo algunas medidas positivas aunque menores en favor de los migrantes en EU y repatriados, sólo atina a mostrar su debilidad con una tan ominosa como inútil búsqueda de diálogo con quien les ha cerrado la puerta en la nariz, en vez de una actitud digna, efectiva y acorde con la ofensiva de que estamos siendo objeto.

En lo económico, cuatro son los errores garrafales que está cometiendo el gobierno mexicano en esta grave coyuntura:

1) Aceptar de hecho una renegociación incierta del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sin esperar, como es debido y sensato, a que Estados Unidos defina y comunique formalmente a sus asociados (México y Canadá) exactamente qué quiere hacer y a partir de ello definir nuestra posición. No hacerlo así, está colocando a México como corresponsable de una ruptura de grandes implicaciones internacionales.

2) Menospreciar la solidaridad latinoamericana.

3) Buscar reencauzar una integración antinatura con un mundo anglosajón que nos antagoniza y con el cual cabe buscar respeto mutuo y buenas relaciones, pero no integración y menos con un muro de por medio, y

4) Permitir que la incertidumbre con que Trump emponzoña al mundo y en especial a nuestra economía empiece ya a causar estragos sin acciones de defensa efectiva por parte del gobierno.

Muchas son ya las voces que desde todos los ámbitos han insistido al gobierno adoptar medidas defensivas ante las agresiones estadunidenses mediante la dinamización interna de la economía, el empleo, el consumo, la producción de alimentos, la recuperación y transformación del petróleo, una reconfiguración industrial, arraigo de servicios y capitales,...

Ante ello, el silencio. Toda propuesta parece haber caído en tierra estéril. Ningún planteamiento sustantivo ha hecho el gobierno,... salvo reducir las expectativas económicas del país.

Si las estimaciones de crecimiento para este año rondaban el 2.5% en octubre pasado, hoy están en 1.6% (Gráfico 1).

Si las proyecciones para el 2018 rondaban en octubre el 3.0%, hoy rondan el 2.0%

Según los analistas del sector privado, la estimación promedio de crecimiento para este año se reduce a 1.49% y con ello el déficit en cuenta corriente a -26 mil 910 millones de dólares y en balanza comercial a -11 mil 736 mdd. Baja también el ingreso esperado por inversión extranjera directa de un monto en octubre de 29 mil 879 mdd a los 21 mil 659 m actuales. La expectativa de inflación en 2017 sube ahora a 5.4% (Gráfico 2).

La evolución de algunas expectativas relevantes del sector privado para 2017 y 2018 se presentan en el Gráfico 3.

Con ello, el sector privado encuestado opina: a) Que es mal momento para realizar inversiones (70%); b) que la economía no está mejor que hace un año (91); y c) que el clima de negocios empeorará en los próximos seis meses (64%) (Gráfico 4).

Por su parte, el Indice que mide la Confianza del Consumidor, que calculan el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Banco de México (enero 2003=100), registró este año sus mínimos históricos al caer a 68.5 puntos en enero y a 75.7 puntos en febrero (Gráfico 5).

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